Por: Juan Martín Rebolini
Celebro el artículo publicado por Jesús Leguiza en Ambito Financiero, con una muy clara descripción de la necesidad de Argentina de contar con una política agropecuaria y agroindustrial que promueva su crecimiento en base a las exportaciones.
Causa estupor los trascendidos de las nuevas medidas económicas que indican que la devaluación del 30% sería acompañada de control estricto y desdoblamiento del mercado cambiario y reinstauración de las retencionesa las exportaciones.
El sector agropecuario argentino y la cadena agroindustrial atraviesan por una de las situaciones más críticas de su historia, a pesar que la incorporación tecnológica y la incorporación de nuevas superficies a la producción han permitido un aumento del 50% en los volúmenes producidos en los últimos 10 años.
Al momento actual, han desparecido más de 150 mil productores y el interior del país es un claro ejemplo de políticas erróneas durante los últimos 20 años, con la única salvedad del período 1991/95, cuando la desgravación de las actividades productivas y la desregulación de los mercados permitió un proceso intenso de inversiones y crecimiento.
El desarrollo del sistema comercial argentino alcanzó los niveles de mayor eficiencia a nivel internacional de manos de una actividad privada desregulada, con el desarrollo portuario, infraestructura de almacenaje, acondicionamiento y procesamiento; los mercados de futuros y opciones en dólares; instrumentos financieros como prefinanciación de exportaciones y warrants.
La situación económica y financiera de la cadena agroalimentaria en su conjunto no soportaría volver al desdoblamiento cambiario y retenciones a las exportaciones, por los siguientes motivos:
– Precios internacionales de los commodities agropecuarios en sus niveles más bajos históricos como consecuencia de los altos subsidios a la producción en los países centrales, protección en países importadores y crisis económica global.
– Muy alto endeudamiento del sector en dólares y elevada descapitalización, y falta total de financiamiento a partir de esta última campaña debido a la suspensión de programas de las principales proveedoras de insumos y ausencia total del sistema financiero tanto privado como público al vaciarse también el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
– Graves pérdidas por inundaciones en el núcleo de la región agrícola.
– Economías regionales como el arroz, el algodón, el maní, etc., diezmadas por pérdidas de mercado y aumentos recurrentes de carga tributaria durante los últimos 4 años.
– Aumento sostenido de la carga tributaria sobre el sector que se intentó disimular con los planes de competitividad. Crecimiento de los créditos de IVA y ganancias de la cadena comercial en su conjunto, y en la exportación agravada por el retraso en la devolución del IVA.
Si una devaluación del 30%, es acompañada por eliminación del factor de convergencia (5%) y de los reembolsos para productos con valor agregado, reimplantación de retenciones (se especula con un 10%) y desdoblamiento cambiario que podría impulsar una brecha del 10% entre el tipo de cambio comercial y libre, se perdería para el sector todo beneficio de la devaluación y en cambio le quedaría por afrontar las obligaciones en dólares contraída por las inversiones realizadas durante la última década y con el encarecimiento de sus insumos en su mayoría importados o dolarizados.
En definitiva, quiero aún soñar con una Argentina exportadora de valor agregado, donde se observe un crecimiento armónico del interior del país con las grandes ciudades de manos de los sectores productivos privados. Y donde el sector público y el sistema financiero, hoy quebrados, pero que han vivido una gran fiesta durante varias décadas, sean quienes asuman el costo del quebranto de la Nación que han causado. Para la recuperación del país, es fundamental que haya justicia y seguridad jurídica.
El nuevo gobierno que ha logrado juntar un gran acuerdo de voluntades políticas, espero que tenga la grandeza de imaginarse una nación grande e imitar a quienes como Brasil, han transformado su sistema de administración federal y han impulsado un tremendo crecimiento de la economía desde el interior del país.