
Ámbito Financiero – 15/10/2002
Es imprescindible pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente.
La agricultura orgánica, a pesar de tratarse de un tema novedoso para el hombre contemporáneo, es realmente milenaria y debe ser analizada desde esa perspectiva. A lo largo de miles de años la humanidad ha sufrido cambios, algunas veces de manera imperceptible y otras en forma abrupta. La revolución agrícola fue el primer gran cambio, sucedió hace más de 8.000 años, cuando el hombre descubrió que podía sembrar, cultivar y obtener los frutos de la tierra, dejó de ser nómade, cazador y recolector. Se tiene conocimiento que, desde hace más de 2.000 años, los agricultores ya conocían la existencia de los momentos propicios para la siembra y las épocas de cosecha, practicaban la rotación de cultivos, el reciclaje de los residuos vegetales, el manejo del suelo y la conducción del agua a fin de obtener mayor fertilidad y, por ende, más rendimientos en los cultivos.
La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llevó recientemente, como postura, a la Cumbre de Johannesburgo, tres mensajes muy claros: a) la existencia de una íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente; b) la necesidad de producir en forma sostenible y c) la urgencia de combatir el hambre en al mundo y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, o sea, el concepto de la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones.
La agricultura orgánica
¿ Qué tiene que ver la agricultura orgánica con esta descripción poco alentadora para la humanidad y con los mensajes de la FAO ?
Con respecto a la íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente, es sabido que el agua es uno de los elementos claves para el desarrollo y marca los límites del crecimiento. Mil millones de personas carecen de acceso al agua potable, en solo 25 años más 3.000 millones tendrán serios problemas por falta de este elemento esencial, particularmente en Africa del Norte y en Asia Occidental. El agua contaminada causa la muerte de más de 2 millones de personas por año y el aire contaminado causa la muerte de más de 3 millones de personas.
No existen posibilidades de ampliar las tierras de cultivos sin realizar grandes obras de infraestructura, la mayor producción se debe lograr con mayor productividad, pero con la restricción de no dañar el medio ambiente.
Como respuesta a la FAO, la agricultura orgánicaesuna opción válida para mantener e incluso mejorar las condicionesdel medio ambiente. Los métodos utilizados, en armonía con el mismo, dado el uso de pocos insumos externos y la no aplicación de pesticidas y agroquímicos, el control biológico de plagas y enfermedades, constituyen los principalesmotivos para inducir a una difusión a mayorescala y más allá de los 5 grandes regiones mencionadas, a fin de proteger la salud humana y proteger el medio ambiente.
Para el segundo mensaje de la FAO, sobre la necesidad de producir en forma sostenible, la agricultura orgánica aporta importantes beneficios: mantiene de la fertilidad del suelo, evita la contaminación del mismo y de las aguas por el uso de pesticidas y fertilizantes y conserva la biodiversidad biológica, dada la menor dependencia de los agricultoresde las tecnologías “complejas” y, por ende, de insumos dañinos.
Y, con respecto al tercer mensaje de la FAO, la urgencia de combatir el hambre y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, la agricultura orgánica podrá realizar aportes en tres escenarios claramente diferentes: a) en la producción familiar de subsistencia, que permitirá mitigar el hambre en zonas rurales y urbanas con menores costos; b) en la producción para el mercado local, que permitirá mejorar los ingresos de los productores; y, c) en la producción para el comercio internacional, el más difundido, que permitiera satisfacer las exigentes demandas en materia de seguridad alimentaria, calidad e inocuidad.
Para este último, las perspectivas son muy halagüeñas, el mercado mundial de productos orgánicos está creciendo a un ritmo impresionante. En Europa las ventas, en 1997, eran de 5.200 millones de dólares y en solo 4 años crecieron en un 76 %. Por otra parte, las ventas de productos orgánicos en Estados Unidos que en el mismo año fueron de 4.200 millones de dólares, pasaron a más de 9.200 millones en el 2001; creció a razón de un 120 % en el 1997-2001. El volumen total de ventas ha sido de casi 20.000 millones de dólares. Estos países marcan la tendencia, pero Japón que es un mercado incipiente, dio la sorpresa con un crecimiento del 133 % en el mismo periodo.
A nivel mundial la agricultura orgánica sigue creciendo a una tasa constante y sostenida, entre un 20 a 25% anual, es decir es el sector de la producción que crece a mayor tasa en el mundo, no puede ser igualado prácticamente por ningún otro.
De mantenerse el ritmo de aumento de ventas de los productos orgánicos en los países de la Unión Europea y los EE. UU., se estima que el mercado será de más de U$S 100 mil millones en el año 2006, U$S 58 mil millones en la Unión Europea y U$S 47 mil millones en EE. UU.
Otra clara tendencia marcan los supermercados de estos países, los cuales juegan un rol fundamental dado que en sus estrategias de marketing se imponen ofrecer al consumidor entre 40 y 400 productos orgánicos. En Alemania existen supermercados que ofrecen, en sus góndolas, una asombrosa variedad de entre 400 y 1000 productos orgánicos.
La producción orgánica de los granos básicos es infinitamente menor a la oferta tradicional y, aunque no se pretenda sustituir esas producciones en el futuro, son infinitas las posibilidades de aumentar la producción orgánica de commodities. Ello no seria suficiente para aumentar la diversidad en la oferta de productos alimenticios a gran escala, es la agricultura orgánica la que debe suplir, también esa necesidad de una mayor variedad y cantidad de productos para la alimentación de la población del planeta.
Los productos más demandados son frutas frescas, deshidratadas y en pulpa, aceites de palma y oliva, verduras de todo tipo, plantas aromáticas, soja, maíz, canola, papas y carnes. Los sobreprecios son aceptables y varían desde un 25 % superior en caso de manzanas; 52 % en naranjas, 114 % en papas y hasta 226 % en tomates.
Como la Unión Europea, EE.UU. y el Sudeste Asiático no logran el autoabastecimiento, surge una gran oportunidad para países como Argentina y otros que tienen gran capacidad para la producción de alimentos orgánicos. Este tipo de producciones es impulsada por la pequeña y mediana empresa agropecuaria y agroindustrial, con producción cuasi artesanal y con controles personalizados. Estos sistemas de producción, además, ocupan y revalorizan la mano de obra rural, característica muy importante en momentos de alta desocupación.
Argentina pasó de producir 27.900 toneladas de productos orgánicos de origen vegetal en 1999 a más de 34.000 toneladas en el año 2000; la población del país consume apenas un 10% de la producción total. Los principales destinos de las exportaciones son los principales países de la Unión Europea (85%) y EE. UU. (10,7%). Entre 1999 y el año 2000 se destaca el crecimiento de las exportaciones de los productos orgánicos industrializados con un crecimiento de casi el 200 % y el valor de las exportaciones fue superior a los U$S 60 millones.
En este contexto, Argentina tiene una gran oportunidad, la cual no es suficientemente aprovechada por falta de perspectiva global y por exceso de conflictos intestinos institucionales que no permiten ver la gran problemática global. El país es altamente competitivo, dado que posee todos los climas y todos los suelos, tiene una alta capacidad de expansión de la frontera agrícola, las 24 millones de hectáreas utilizadas pueden ascender a 36 millones más incluyendo la forestación; del 1,5 millones de hectáreas bajo riego, solo se utilizan un 50 %; las 500 mil hectáreas dedicadas a la fruticultura pueden triplicarse sin problemas; la mano de obra, en parte desocupada, puede rápidamente incorporarse al proceso productivo. La industria alimentaria, estratégica por cierto, es la base para la recuperación y el desarrollo económico, además de definir el perfil industrial del país. Hoy en día la cuestión sanitaria, la calidad , la inocuidad y las trazabilidad de los alimentos es excluyente. El subsector de producción de cítricos de exportación de la región noreste cuenta, en funcionamiento, con el primer sistema de información on line de América y quizás de otras regiones, sobre la trazabilidad de los productos, incluyendo la identificación de lotes habilitados por los servicios de sanidad vegetal, (www.corenea.com.ar).
Dado que los agricultores necesitan seguir reglas muy estrictas, previo a que sus productos puedan ser certificados como orgánicos, es recomendable regular paralelamente los mercados locales y promover la producción integrada y de cultivos orgánicos en huertos familiares para mejorar tanto la seguridad alimentaria.
La agricultura tradicional de alta tecnología y la agricultura orgánica tienen cabida en el inmenso territorio, soloesnecesario producir en forma sustentable, con una adecuadaestrategia de inserción en los mercados y una continua política de promoción comercial, procurando “poner en valor” las produccionesregionaleso locales.
Argentina ha hecho lo suyo, pero puede hacer mucho más y convertirse en el mayor productor de alimentos orgánicos del mundo, tanto por cantidad como por calidad.
Actualmente tiene una superficie demás de 3 millones de hectáreas certificadas, el 77% de Latinoamérica, superficie casi igual a la suma de todos los países de Europa. Pero lo más importante es que puede multiplicar esa cifra sin competir con otros tipos o modalidades de producción. Ha sido uno de los primeros países en disponer de normas aceptadas internacionalmente, y desde 1992 cuenta con normas oficiales para las producciones vegetales y desde 1993 para los productos de origen animal. Cuenta, además, con una Ley Orgánica Nro. 25.127, sancionada el 4 de agosto de 1999 y promulgada el 8 de septiembre de 1999 y se destaca por la seriedad y confianza del sistema de certificación y control. Un cohesionado sector privado, nucleado en el MAPO, trabaja mancomunadamente con el sector público, para resguardar que dicho sistema sea eficiente, seguro y permanente.
Las cuestiones claves son cómo utilizar los recursos disponibles de tierras y aguas para producir alimentos para todos; promover el desarrollo económico y eliminar la pobreza; y al hacerlo, cómo abordar las consecuencias para el medio ambiente de las actividades humanas, como el cambio climático mundial y la pérdida de la diversidad biológica.
Se puede afirmar que la Argentina ha hecho todos los deberes y los ha realizado bien, pero falta mucho para aumentar sustancialmente la facturación de la actividad en su conjunto. Por ello, es imperioso impulsar una gran acción en el campo de la investigación y experimentación en todos los aspectos de la actividad, es fundamental la capacitación técnica de los extensionistas y la formación de más expertos. Es necesario brindar, por todos los medios posibles, un fuerte apoyo técnico y de logística a los productores orgánicos, que contribuya a resolver los problemas relacionados con el manejo de las producciones, los procesos de reconversión y la restauración de los ecosistemas dañados. Es imprescindible la puesta en marcha de un programa de desarrollo de la agricultura orgánica que contemple acciones inmediatas en las distintas áreas para acelerar el crecimiento de la actividad.
Estas son las perspectivas y el marco para apoyar el desarrollo de una actividad prometedora. Tan como siempre arenga, el Dr.Carlos Van Gelderen, experto en sanidad animal argentino: “es fundamental pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente”.

(*) Jesús Leguiza es economista, MIB y ex subsecretario de Agricultura, Ganadería y Forestación de Argentina (1993/1998), colaboró en la selección de antecedentes y análisis de información la Ing. Agr. Luciana Elustondo (UBA), teniendo en cuenta especialmente informes del Dr. Pedro O. Gómez y material bibliográfico de la FAO, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de Johannesburgo, Cumbre de Río de Janeiro (1992), Organización Mundial de la Salud, Federación Internacional de Movimiento de Agricultura Orgánica, entre otros.