“En representación de los hacendados y labradores”

Ámbito Financiero – 20/07/2006

Jesús Leguiza
Fundación Federar

¿Hubieron dos Mariano Moreno, uno liberal y otro estatista; quizás no le dieron tiempo para mostrar sus verdaderos pensamientos o intenciones?. Sin embargo su legado escrito y sin dudas fue “En representación de los hacendados y labradores”.

Mariano Moreno estudió teología en Chuquisaca; allí leyó y se impregnó de las nuevas ideas de la ilustración y sus máximos exponentes: Voltaire, Mostesquieu, Robespierre; fue impactado especialmente por Rousseau. Terminó estudiando leyes y se recibió de abogado. En sus primeras experiencias, luego de conocer Potosí, defendió el trabajo de los mineros que, en general, eran indios esclavizados. Disertó sobre los “Servicios personales de los Indios”, y alertó sobre el problema de la explotación de los mismos en el Alto Perú, a través del sistema de la mita y el yanaconazgo. Ayudó a un fiscal de la Audiencia dando testimonio y argumentos válidos para enfrentar a un gobernador Francisco de Paúl Sanz, quien había legalizado la mita. Regresó a Buenos Aires en septiembre de 1805.

Moreno ha tenido una corta vida pública, desde mayo a diciembre de 1810 hasta su muerte temmprana. Como miembro de la Junta, después de la Revolución de Mayo, fundó la “Gazeta de Buenos Ayres” el 07 de junio 1810, un periódico oficial y semanal. En el mismo publica el Contrato Social de Jean Jacques Rousseau, quien crea el vínculo entre el pueblo y sus mandantes. “Para vivir en sociedad, – decía Rouseau-, los seres humanos acuerdan un contrato social implícito que otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad de vivir en estado de naturaleza». Los derechos y los deberes de los individuos son las cláusulas del contrato social (no el contrato moral de Carrió) y  el Estado, que es una entidad creada para hacer cumplir dicho contrato.

Existieron varios periódicos, incluso desde la época de los jesuitas. A partir de 1802 circuló el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio creado por Vieytes. Manuel Belgrano hizo lo suyo, también editó el Correo de Comercio a principios de 1810. Los primeros redactores de la Gaceta fueron Castelli y Belgrano, quienes se conocían y venían de trabajar en el Semanario. Todos ellos formaban un grupo progresista y continentalista, con una misma línea de pensamiento, junto a Monteagudo y San Martín.

Uno de los primeros en hablar de la Federación del Río de la Plata, antes de Artigas, fue Mariano Moreno, aunque sus pretensiones eran más amplias en términos territoriales. Como abogado realizó varias acciones y representaciones. Defendió a un cura contra el abuso de autoridad de un obispo, hecho que le permitió ser reconocido en su ciudad natal, Buenos Aires. También denunció a los ingleses que se “guiaban solo por lo útil sin tener en cuenta lo lícito”. Asimismo, puso letra y sustanció legalmente la destitución de Sobremonte.

No obstante, las contribuciones más importantes han sido dos extensos legados escritos, aunque se duda de la autenticidad del segundo. Ellos fueron: a) “en representación de los hacendados y labradores”; y, b) el “plano de operaciones”. El primero fue redactado, por mandato, e interpretaba las quejas y enojos de algunos ciudadanos del Virreynato por el monopolio español y el contrabando. El segundo, después de la Revolución de Mayo, propone una estrategia política, económica y social para todo el subcontinente de América del Sur. De ambos escritos se desprende, de acuerdo a las más variadas interpretaciones, objetivas y torcidas, dos Morenos: uno liberal y otro estatista.

En defensa de los hacendados

La “representación de los hacendados y labradores”, en términos actuales, ha sido una propuesta dirigida a Hidalgo Cisneros y conservada en un expediente de fecha 30 de septiembre de 1809; a partir del mismo desata una importante polémica dado que él hace uso sus buenos conocimientos de las normas legales vigentes y esboza una interpretación de las ideas económicas surgidas en esa época. Los hacendados y labradores estaban siendo perjudicados por el monopolio español y, sobre todo, por el contrabando ingles. El escrito es una argumentación que justifica el cobro de impuestos al comercio exterior con un alegato de fondo a favor del libre comercio, sobre todo con Inglaterra y el derecho de cualquier persona a ejercer la actividad. El “gancho” fue procurar, a la vez, una mayor recaudación aduanera. Sostuvo, por otra parte, que las provincias americanas debían gozar de los mismos privilegios, derechos, franquicias y concesiones que las tierras europeas de España. Este material es una denuncia y, de su lectura, se desprende el manejo de la ironía y la sátira mordaz contra los contrabandistas y las autoridades corruptas. “La libertad de comercio es la única garantía para aliviar la situación de los habitantes, abaratar la vida y abrir horizontes para el progreso económico”. Frase que deberían releer los teóricos del estructuralismo agrario actual que recomiendan, aún hoy, aumentar las retenciones a los granos para que la agricultura pierda más rentabilidad y, de esta manera, aumente la producción ganadera para que baje el precio de la carne. Incoherencia total. ¿Alguien se tomó el trabajo de calcular las pérdidas económicas de la mayoría de los ganaderos, que no son oligarcas ni terratenientes, de los frigoríficos, los empleados del desposte suspendidos o del país en su conjunto?

Plan de Operaciones

Por otro lado, en el “Plano de Operaciones”, que es un plan de gobierno encargado por la Junta, a propuesta de Belgrano, Mariano Moreno eterniza, desde entonces, nueve puntos o artículos entre los que se destaca una estrategia continental, “la independencia americana”; incluso para “recuperar” de parte del territorio de Brasil que fue acaparado por los lusitanos después del Tratado de Tordesillas, propiciando las ideas de libertad y autodeterminación en esas tierras. Fomentó el uso de fondos públicos para gastos de guerra y la creación de industrias. Sus actividades resultaron muy osadas e incómodas para las autoridades de ese momento. Saavedra y Funes lo envían de “misión” a Londres; parte de Buenos Aires en marzo de 1811 y muere o lo matan en altamar.

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