30/01/12
Jesús Leguiza
Fundación para el Desarrollo Económico y Regional de Argentina (FEDERAR)
La tajante afirmación oficial: “Argentina está desvinculada o protegida de los avatares del resto del mundo”, no ha sido tan acertada. La crisis del 2007/08 afectó y bastante. Esta nueva crisis, que se avecina para el 2012, también impactará. A ello se deben sumar factores adversos internos, por ejemplo, la inflación recurrente de los últimos años, la caída del superávit comercial y disminución del superávit fiscal.
Las crisis se preanuncian silenciosamente, pero llegan de un día para otro y no dan tiempo para reaccionar. El gobierno está reaccionando con medidas del control; en este mes con el control de importaciones. Luego seguirán seguramente otros controles, además de los existentes. El tema es tomar conciencia y empezar por contar con Ministro de Economía de verdad y que Argentina no tiene después de Roberto Lavagna. Él sabía de qué trataba y se trata el tema, veía lejos: el tipo de cambio más alto que del equilibrio de la toda la economía, un tipo de cambio favorable para la industria y supo aprovechar las circunstancias; de allí, la recuperación económica, con superávit en la balanza comercial, exportaciones industriales no solo agrícolas o de origen agropecuario, superávit fiscal e inflación controlada por adecuado manejo de la oferta monetaria por parte del Banco Central independiente.
Pero las circunstancias cambiaron y lo que sucede en mundo indefectiblemente nos afecta o afectará, directa e indirectamente. Nuestros principales clientes, Brasil (el más importante), EEUU, China, Europa, Chile entrarán en recesión o al menos tendrán menor crecimiento. Bajarán las ventas de Brasil y China a aquellos y, por ende, ello influirá en sus compras a Argentina. A ello se adiciona los problemas de oferta exportable agrícola; son ya evidentes las secuelas de la sequía local, que está afectando los precios de algunos commodities en Chicago.
Aquí es necesario concentrarse en la relación Argentina-Brasil. Ambos aplicaron dos modelos económicos diferentes, pero tienen similar problema: son economías están muy expuestas en el nuevo contexto depresivo mundial. Imponer trabas a las importaciones, cuando se prevé problemas con la balanza comercial, es lo mismo que implantar precios máximos cuando existe peligro de alta inflación. Las represalias comerciales llegarán; además, Brasil no se maneja como país unitario, cada Estado tiene sus propias reglas para-arancelarias, cupos o permisos previos.
Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas, muy por encima de las exportaciones a China, a los EEUU a Chile y a Europa, pero estos cuatro clientes, que en conjunto son tan ó más importantes que Brasil, tienen sus propias crisis internas y deberán también enfrentar las derivaciones del contexto internacional 2012. ¿En qué terminará Grecia y cómo influirá en Argentina ?.
El Estado tiene tres políticas para la estabilización de la economía o para la inducción al crecimiento. La política fiscal, la política monetaria y la política cambiaria. Estas tres son para hilar muy fino, porque en muchos casos son incompatibles entre sí. Se debe manejar mucho con la razón y poco con la emoción.
Por ejemplo, Brasil y Argentina mantienen un régimen de tipo de cambio flotante, que implica intervenciones directas de la Banca Central en el mercado de divisas. Tipo de cambio con flotación libre o tipo de cambio con flotación sucia (administrada). En ambos casos, como en la mayoría de los países que pretenden desarrollarse, debe haber una economía abierta (sin restricciones para importar o exportar y al movimiento de capitales), pero la condición necesaria ya sea con tipo de cambio fijo (como la convertibilidad) o tipo de cambio flotante (como ahora) es el equilibrio fiscal.
Si se aplican medidas de tipo de cambio fijo y existe déficit fiscal, la economía se desestabiliza con revaluación de la moneda local, se atrasa o se estanca el crecimiento económico y se genera desempleo, aunque con renovación del parque industrial. Lo que pasó en la convertibilidad. Si se aplican medidas de tipo de cambio con flotación sucia, no se mantiene el superávit fiscal y se emite dinero primario o se permite la creación de dinero secundario (bancario) y crédito barato se genera inflación. ¿Cuál fue el mérito de Argentina, hasta la injerencia del Ministerio de Economía en el Banco Central?. Justamente haber evitado la inflación mediante el control de la oferta monetaria y sin financiar al Tesoro.
Argentina ha sostenido durante casi 10 años la modalidad del tipo de cambio con flotación sucia, es decir el criterio de mantener el valor del dólar alto “dólar competitivo”, esto quiere decir, por un lado, el tipo de cambio que necesita la industria para protegerse de las importaciones, que algunas veces son desleales (salarios muy bajos, como China) y para promocionar las exportaciones de origen industrial. También para poder mantener las retenciones a fin de contribuir a las arcas fiscales, aunque hayan existido escándalos y traiciones (la Resolución 125). El agro protestó y protesta, antes por una cuestión ideológica y ahora dejaron de “tener la renta de la tierra” y porque sus costos aumentaron y aumentarán mucho: combustibles, mano de obra, maquinarias, insumos ó faltará tecnología e insumos, en muchos casos importados.
En los últimos años se ha apretado el disparador inflacionario y se pretende mantener altos los ingresos fiscales por el impuesto inflacionario, que es por ejemplo, evitar los ajustes por inflación, no subir los montos mínimos no imponibles y/o cobrar los impuestos sobre el valor de las mercaderías (IVA) a precios inflados. En definitiva, la consecuencia será una tasa de crecimiento menor a la de los últimos años y el costo pagarán nuevamente los consumidores, que en su mayoría son asalariados.
Brasil, por otra parte, optó por el modelo de tipo de cambio con flotación libre, casi sin intervención de su banca central. Creó las condiciones para el ingresos de capitales (confianza) aunque ello ha provocado la revalorización del real durante largo tiempo, lo cual le generó un crecimiento mucho más lento que Argentina.
Ahora, en estos días, con las trabas a las importaciones de Argentina, ambos países entrarán en una espiral de restricciones al propio intercambio comercial. Brasil es uno de los principales clientes de Argentina y Argentina contribuye con el 20 % del superávit comercial de Brasil. Es necesario tener prudencia, no tomar el tema a la ligera. Esto no es un partido de futbol, ya empezaron los “odios mutuos”.
En este caso, puede empezar una guerra comercial, en un contexto difícil para ambos, la solución es arreglar, de lo contrario es un suicido. Medidas inconsultas, declaraciones y protestas verbales es el principio. El problema no es la cantidad de productos y servicios comercializados (déficit-superavit en la balanza comercial) entre ambos países, es la calidad de la política monetaria, fiscal y cambiaria que trasciende la relación entre ellos. La armonización de políticas macroeconómicas, pendiente desde 1995, es una deuda mutua.
En ambos casos, lo importante, es que sus gobernantes sepan de qué se trata la política monetaria, fiscal y cambiaria. Los países deben revisar sus respectivas situaciones económicas y el contexto global del 2012. Argentina con dólar abaratado por la inflación interna y con alta propensión a importar, Brasil con un real sobrevaluado. El gran superávit comercial de Brasil es por la mayor competitividad de la economía brasileña. La paradoja es ¿porqué en los años ‘90 teníamos superávit comercial con Brasil y en los 2000, la situación se revirtió?. La respuesta estará seguramente en la calidad de sus políticas económicas internas y, a su vez, que sean compatibles, armónicas, coordinadas.
En dólares, los autos de producción Argentina son los más caros del mundo y tienen un componente impositivo de casi el 50 %. La producción nacional ha alcanzado nuevamente los record de producción, pero no hay combustible. Es más, las importaciones de combustibles son una de causas de la disminución del superávit comercial externo. Hace varios meses empezó el desabastecimiento de combustibles, para los tractores y autos del campo y de la ciudad.