
La entrevista radial realizada por Marcelo Longobardi al Ministro de Producción Matías Fulkas sobre la “intervención” de la empresa Vicentín, una de las principales cerealeras del país, me hizo rememorar al ex Ministro de Economía Hernán Lorenzino cuando interrumpió una entrevista con una periodista extranjera diciendo textualmente: “puedo cortar esto un minuto “ y fuera de cámara se lo escucho decir “ME QUIERO IR!!”. Hoy faltó poco para que sucediera algo parecido. El periodista estuvo un poco vehemente ante las respuestas ambiguas del Ministro, pero éste no se ahorró papelones.
Ahora, marcando una diferencia con lo que afirmó, en su acalorado comentario, el destacado periodista para rebatir el propósito del gobierno de convertirse en referente de los precios de los alimentos, se debe reconocer que la soja no solo sirve para “alimentar a los chanchos”.
Es una leguminosa que se utiliza como alimento desde hace más de 5.000 años y comenzó a cultivarse en América cuando Mao Tse Tung prohibió la exportación a EEUU, que en esos años la usaba para alimentar a los vacunos y cerdos. Luego, la misma China terminó importando ingentes toneladas de soja desde EEUU, Brasil, Paraguay y Argentina.
La soja es el principal cultivo del sector agrícola y es el commodity que más exporta nuestro país, que es el primer productor de aceite de soja del mundo desde hace más de dos décadas. El complejo sojero es un hinterland de 300 km que tiene como centro radial a Rosario, y es el más eficiente del planeta superando incluso a su competidor principal, que es la cuenca del Mississippi. De este “yuyito” vive la Argentina desde hace muchísimos años.
Por cierto, esta oleaginosa está presente, en forma casi imperceptible, en una infinidad de productos. La soja y sus múltiples derivados son utilizados como complemento en más de 750 productos que los argentinos encontramos en las góndolas y que consumimos a diario. Ellos están agrupados en 9 categorías principales, a saber: 1) porotos de soja; 2) leche de soja; 3) aceite de soja; 4) harina de soja; 5) leche de soja cuajada (tofu); 6) pasta de soja fermentada (miso); torta de porotos de soja (tempeh); 8) proteína de soja aislada; y, 9) lecitina de soja.
Ya no es solo la salsa de soja, las milanesas de soja, la leche de soja o los brotes de soja como antaño. Ahora, está presente en la leche en polvo, en galletitas, turrones, bizcochuelos, pizzas y salchichas que contienen algún complemento derivado de soja. Los productos a base de soja también pueden encontrarse en algunos helados comerciales y otros postres congelados, en caramelos, dulce de leche, fideos con harina de soja, manteca, margarina, mayonesas …
El aceite de soja, principal subproducto, tiene múltiples usos comestibles. En gran parte mundo, donde no pueden cultivar girasol, maíz, lino u olivos, se utiliza principalmente para la elaboración de aceites de mezcla. La cocina argentina es reacia a consumir aceite de soja, porque dispone de aceites de mayor calidad y mejor gusto.
Igualmente el aceite de soja se puede encontrar en otra gran variedad de productos como panes, pizzas, snacks, tostadas, galletitas, magdalenas, barritas de cereal, aderezos, chocolates, bombones y congelados pre-fritos.
El otro subproducto importante es la lecitina de soja, que se obtiene a partir del desgomado del aceite y tiene mucha utilización en la industria alimenticia. Es un emulsionante aplicado en la preparación de chocolates, la repostería, pastelería, fabricación de galletitas, margarinas y caramelos. También permite que los productos “instantáneos” como la leche en polvo y el cacao en polvo no formen grumos.

El alto nivel de proteína que contiene la soja (que puede llegar a un 48%) es uno de los atributos más buscados por los productores de la industria alimenticia. En los productos cárnicos como embutidos, salchichas, medallones de carne y hasta el kani-kama, se la emplea para aumentar el contenido de proteínas, ligar agua y grasa, estabilizar emulsiones y ayudar a asegurar la integridad estructural, mientras que en la industria de la panificación la harina de soja facilita la retención de la humedad, mejora el poder aglomerante del huevo y logra un mejor color de la costra.
Para finalizar, debe saberse que UN KG. DE SOJA EQUIVALE, EN MATERIA DE PROTEÍNAS, A 4 KILOS DE CARNE, 11 LITROS DE LECHE, o 60 CLARAS DE HUEVO.