Un propuesta u opción válida y osada para solucionar la mala praxis crónica es la dolarización plena de la economía argentina.
El país está casi totalmente dolarizado. El inconveniente imperceptible ha sido la existencia del bimonetarismo; o sea, la coexistencia de dos monedas, $ pesos y us$ dolares.
No es necesario eliminar el BCRA ni el Estado.

La dolarización plena, lisa y llana, trae consigo varias ventajas y elimina de cuajo la inflación. Aunque es importante aclarar que es muy difícil y no están dadas las condiciones, por ejemplo el país debe disponer de una cantidad de billetes (dólares que no tiene) igual a masa de dinero en circulación o aumentar la deuda externa (que no tiene quien los preste).
Se recuperará la confianza en pocos meses y la población se beneficiará casi inmediatamente, tanto el consumidor como el ahorrista, el que necesita una vivienda, el emprendedor y el inversionista, tanto local como extranjero.
El consumidor no se desesperará por gastar su salario o ingreso mensual comprando compulsivamente; ello, a su vez, contribuirá a bajar la presión inflacionaria.
El ahorrista, podrá guardar su dinero en el sistema financiero que trabajará con una sola tasa de interés porque desaparecerá el riesgo de devaluación.
Reaparecerá el crédito a largo plazo y miles de ciudadanos lograrán adquirir su primera vivienda.
También los emprendedores podrán dar rienda suelta a sus ideas de nuevos productos y procesos sin riesgo de sufrir colapsos financieros por inestabilidad del mercado del dinero.
Los inversionistas, locales o extranjeros, repatriarán sus capitales dado que el país encontrará, por fin, la estabilidad económica. Ya no habrá fuga de capitales, sino por el contrario estos volverán a ser invertidos en el país como entre los años 1890 y 1920, o sea, la última década del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX.
El bimonetarismo y la inflación han sido muy convenientes para la casta politiquera que vivió/vive eternamente del Estado y utiliza los recursos de éste para mantener la creencia de que «toda necesidad crea un derecho» y que éstas deben ser solventadas por el Estado.
En pocos años se retomará la senda del crecimiento y el bienestar con la producción obtenida con inversiones y trabajo genuinos. Ya no habrá miedo a los sobresaltos de las políticas monetarias y cambiarias.
Se requerirán reformas tributarias, laborales y prudencia en la política fiscal para los gastos del Estado. Al no existir $ (pesos) no habrá más riesgos de devaluación ni riesgos de emisión de moneda local sin respaldo.
26 países europeos abandonaron sus monedas domésticas y ninguno perdió su identidad. Tuvieron que acomodar sus políticas fiscales. Algunos salieron del pozo como Estonia, otros que continuaron con sus malas praxis que solo provocan malvivir a su población.
Una propuesta de CÓMO CER también lo explica muy bien, con claridad meridiana y expresión sencilla, Alfredo Romano un su libro Dolarizar.