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Ginóbili, retenciones y tipo de cambio

Revista “El Federal” – 11/08/05 y reproducido por Semanario «Tiempo Argentino» – Nro. 12 2005

Jesús Leguiza – Fundación Federa

 Irónica analogía explica en qué consisten las retenciones a las exportaciones del agro y la política de tipo de cambio nominal alto. ¿Subirán las tasas de interés para evitar la inflación?.

 Ginóbili es un gran jugador de básquet, todo el mundo lo sabe. Es un producto de nuestras pampas, nació con condiciones especiales (ventajas comparativas) predestinado para la alta competencia. Para ser jugador tuvo que aprender, mejorar la técnica, entrenar y sacrificarse; tuvo que invertir tiempo y esfuerzo.

 Así triunfó en el mercado interno y se convirtió en un producto de exportación (ventajas competitivas). Primero, fue a Italia y luego EE.UU. Fue campeón olímpico y dos veces campeón con San Antonio Spurs en la NBA, la liga más competitiva del mundo. Tuvo que llegar, ser aceptado, lograr dobles, triples, rebotes y asistencias, para ser reconocido. Su hazaña creció y crece día a día. Así lo demostró participando en el juego de las estrellas, en febrero pasado, y también ahora, en las últimas semanas.

 ¿Qué pasaría si regresa al país para quedarse? Bueno, alguna vez lo hará. Es posible que un experto en economía de un hipotético gobierno logre que se le apliquen “retenciones”, por ejemplo un 20 %. Estas “retenciones”, en la práctica, restarán una parte de la picardía y de las habilidades físicas del famoso jugador. Con ese 20% se crea un Fondo para la Equidad Deportiva (FED), administrado, obviamente, por un fideicomiso, para que otros tengan oportunidad de crecer y triunfar como Ginóbili. La medida es aplaudida por muchos, pero sobre todo por unos diez gorditos petisos ansiosos que están esperando para jugar al básquet.

 ¿Por qué no dar a cada uno de los gorditos una parte proporcional de la destreza de Ginóbili a fin de lograr una mayor competitividad general? Es entonces cuando aparece un burócrata experto en repartir lo que otro burócrata le quitará a Ginóbili con las retenciones. ¿Qué pasará? Es obvio. Ginóbili no podrá jugar jamás como antes y los gorditos nunca llegarán siquiera a jugar en la reserva del Club Unión Industrial, -perdón-, del Club Unión y Progreso de su propio barrio.

 Esto es lo que sucede con las retenciones a las exportaciones del agro y de la agroindustria. Son impuestos arbitrarios y discriminatorios, que amputan parte de las capacidades competitivas del país, de sus regiones y de sus mejores jugadores. El agro es parte de un equipo –la Argentina– que concentró habilidades en los ‘90 pero no puede aprovechar al máximo, tal como Ginóbili disfruta de sus éxitos. En realidad, el problema no son las retenciones; ellas son un efecto, una consecuencia. El problema es el tipo de cambio artificialmente alto, que genera, por un lado, un excedente agrícola aprovechado por el Estado, “una cacería dentro del zoológico” y, por otro, una protección-promoción cambiaria para las actividades no genuinamente competitivas. “Es una verdadera política productiva”, repiten muchos poco precavidos y callan otros pocos, decididamente pillos. En rigor de verdad, son políticas peligrosas, poco confiables, tal como la “ficción del uno a uno”. No se exportan productos, cualquiera sean, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la segunda mitad de los ‘90, generó todo lo contrario; no se importaban espejitos de Taiwán, se importaban salarios de hambre del sudeste asiático.

Inflación provocada y retenciones

Ámbito Financiero, 10/08/2005

Jesús Leguiza
Economista y ex Subsecretario de Agricultura

En el Ministerio de Economía se piensa que las exportaciones son la causa del aumento de precio de la carne, los lácteos y también de otros productos. Sin embargo, las presiones inflacionarias están presentes desde devaluación del 2002.  Ahora, con la política de tipo de cambio alto, se inyecta más presión inflacionaria al sistema económico.

Antes de enero del 2002 era evidente el desajuste del tipo de cambio. Entonces, se decía que la economía argentina tenía salarios muy altos en dólares y que Buenos Aires era una de las ciudades más caras del mundo. La opción era la flexibilización laboral y deflación en el marco de la convertividad ó la devaluación e inflación fuera de ella (el cambio de modelo). Era manifiesto y urgente una alteración en los precios relativos. La misma convertivilidad, por otra parte, era insostenible por los déficts fiscales y la financiación con deuda pública. La Banelco y el Patacón.

En estos tiempos, se escucha con frecuencia la siguiente frase: -“el modelo cambió y ahora estamos a favor de lo productivo”-; aludiendo a lo productivo como algo incompatible con lo financiero. Esta es una creencia que delata un marcado desconocimiento de los conceptos económicos más elementales. Es un slogan o cliché instalado en el inconciente colectivo por la propaganda política para que los culpables fueran, entre otros, los bancos. En realidad estas cuestiones, lo productivo y lo financiero, son dos caras de una misma moneda: la economía real y la economía monetaria. En la jerga cotidiana se interpreta a lo productivo como lo bueno y a lo financiero como lo malo o lo no productivo. Otro de los grandes y falsos dilemas de muchos argentinos; disyuntiva superada en el siglo XVI, desde la época de Martín Lutero.

Precios relativos

En la economía, tanto real como monetaria, existen siete u ocho precios relevantes, los cuales también son indicadores de la marcha o evolución de aquella. El vínculo entre ambas caras es la tasa de interés y constituye el precio del ahorro y de los préstamos.  Los otros precios son:

a) el salario, precio del trabajo;
b) el beneficio, precio de capital físico, las inversiones;
c)  los impuestos, el precio de vivir en sociedad con un estado administrador;
d) las tarifas son el precio de los servicios públicos;
e) el tipo de cambio es el precio de la divisa o moneda extranjera; y,
f) los precios de los bienes y servicios.

Cuando éstos últimos aumentan de manera generalizada y sostenida reciben la denominación de inflación. De eso los argentinos sabemos mucho, como también sabemos que todos estos precios mencionados, a mediano y largo plazo, siempre van de la mano.

Desde enero del 2002, el tipo de cambio creció un 190% y el gobierno insiste en mantener al dólar en los $ 3, lo que equivale a un 200% de crecimiento desde que se abandonó la convertivilidad. La remuneración bruta promedio, o sea los salarios, creció entre esa misma fecha y mayo próximo pasado en un 40%. La inflación interna medida por precios mayoristas ha sido del 133% y los precios al consumidor crecieron en un 61 %, ambos al mes de junio de este año. El crecimiento de los precios mayoristas está a unos 60 puntos por debajo del crecimiento del valor del dólar pero a los salarios están todavía muy atrasados.

El salario no se ajustó por la flexibilización laboral, se ajustó por la brutal devaluación y los aumentos de precios minoristas. Las actividades que exportan se recuperaron rápidamente, porque sus ingresos crecieron en un 190 %, -menos las retenciones en algunos casos – y los salarios que pagaron crecieron solo un 40 %. Con la devaluación y con inflación ocurrida hasta ahora ya se provocó el cambio en los precios relativos; el salario medio ya quedó atrás, pero muy atrás. ¿Para qué más?. ¿Para qué generar más presión inflacionaria, equivalente a casi 60 puntos, que es la diferencia entre el crecimiento del dólar y la inflación interna mayorista acumulada?. El desafío y no menor es: ¿Cómo lograr que los asalariados recuperen los ingresos que le fueron birlados con el “impuesto devaluatorio desmedido”?.

Las retenciones y tipo de cambio

Los acuerdos de precios con empresarios, las retenciones o el control de los salarios no solucionará el problema de los precios internos. Por ejemplo, en la industria láctea existen empresas que abastecen al mercado interno con mayor preponderancia y otras que destinan gran parte de la producción a los atractivos mercados externos. En realidad lo atractivo de comprar en Argentina es el alto valor de dólar. Este es el principal imán que atrae a turistas y a importadores de todas las latitudes. No es un problema de exportadores ventajeros o de sindicalistas que recién se despiertan. El problema actual tiene una doble faceta: por un lado se generó presión interna en los costos, la devaluación induce a aumentos de salarios y tarifas; por otro lado, se genera presión externa en la cantidad de demanda debido al dólar artificialmente alto. Una manera de bajar ambas presiones, tanto interna como externa, es dejar flotar al dólar en el mercado libre. Las empresas que exportan pueden absorber los aumentos de costos sin problemas, tienen márgen y las empresas que no exportan, tienen que trasladar los aumentos de costos a los precios. ¿Se impondrán retenciones a los productos que no se exportan?

Si el valor del dólar actual fuera el doble o el triple, entonces habría más actividades o productos competitivos. ¿Es posible, es razonable?. Es necesario revisar las incongruencias del modelo del dólar alto con retenciones e inflación inducida. Fue válido para un periodo, pero ya no es más. Se está frente a un nuevo capricho, a una nueva convertibilidad de 3 a 1. El BCRA, cuya función especfíca es cuidar el valor de la moneda, programa y provoca la inflación con anticipación de un mes, otra tremenda inconsistencia. En los nuevos presupuestos se programa de inflación anual ??.

Economías Regionales

Ámbito Financiero, 12/07/2005

Jesús Leguiza
Fundación Federar

En Argentina existen distintas regiones que generalmente se denominan economías regionales; la pampa húmeda también es una economía regional, pero no es considerada como tal. Para indagar sobre esta diferenciación es necesario ampliar el concepto de economía regional y sus orígenes.

Se denominan economías regionales a las regiones extrapampeanas. Esta concepción es precaria desde el punto de vista económico y conceptual. Cuando se habla o se escribe de “economías regionales” se está haciendo referencia a economías marginales a la pampa húmeda; por ejemplo: el algodón y las maderas duras del Chaco; la yerba mate y el te de Misiones; el arroz, las mandarinas y naranjas de Corrientes y Entre Ríos; los limones y pomelos de Tucumán y Salta, las peras y manzanas del Alto Valle; y, las lanas de la patagonia, entre otros.

Para indagar con mayor profundidad es importante conocer las distintas corrientes del pensamiento económico moderno en relación al concepto de economía regional. Los primeros estudios de la economía y su relación con el territorio surgen en el siglo IXX; hoy es una especialización académica conocida como economía espacial: regional y urbana.

El padre de la economía espacial, es decir el uso del espacio territorial y la localización de las actividades económicas, ha sido Johan von Thunen, que vivió entre los 1783 y 1850. Este hombre de origen alemán, que era propietario, agrónomo y economista, realizó estudios sobre la influencia de la distancia entre las explotaciones agrícolas y las ciudades; así construyó modelos que definían la mejor localización para determinadas actividades económicas en función del costo de los salarios y, principalmente, de los costos del transporte para el acceso a los mercados.

Otro precursor de la economía regional fue Wilhem Roscher, también alemán que en 1865 decía: “la industrialización de una región tiene como requisitos esenciales la existencia de una agricultura evolucionada, un consumo diversificado, una población capaz de permitir la división del trabajo, oferta de capital y medios de transporte adecuados”.

Albert Schaffle, en un libro publicado en 1873, logró identificar las dos tensiones opuestas que se manifiestan en un territorio, la centralización (aglomeración-simbolizada por la ciudad) y la descentralización (dispersión-simbolizada por lo rural); en términos de la física: fuerzas centrípetas y fuerzas centrífugas. Schaffle identificó, además, que existen actividades industriales de capital intensivo y mano de obra especializada que tienden a la centralización, hacia los centros urbanos. En cambio, otras actividades se localizan en determinadas áreas por influencia de factores diferentes, tal como el abastecimiento abundante de materias primas o la disponibilidad de energía barata. Un claro ejemplo del criterio de localización por los costos de transporte es la industria de la madera. Una planta de celulosa se debe localizar en el centro de abastecimiento de materias primas; sin embargo una fábrica de muebles se debe localizar en un centro de consumo. Para la primera es más barato transportar pasta de papel que rollizos y para la segunda es más barato transportar rollizos que muebles terminados.

Alfred Weber, hermano de Max Weber, determinó que los factores de localización eran también la riqueza disponible (stock de capital físico y financiero acumulado) y la renta (la riqueza creada anualmente, el producto bruto), pero no dejó de reconocer que el transporte y la mano de obra son los factores más importantes, al menos en términos generales. Entre estos se crea un tironeo, una tensión, que determina la localización óptima de cada actividad económica. En los años 30, un sueco llamado Tord Palander, relacionó la producción con el consumo; pero su aporte principal ha sido la encontrar la relación entre el progreso técnico y la localización. La tecnología permite salvar o independizarse de las desventajas naturales.

Por último, otros grandes creadores de la economía regional han sido Lösch y Chistaller con la teoría de los lugares centrales, según la cual los servicios ocupan un lugar determinante para la localización de las actividades económicas.

Volviendo a nuestro país, y sin agotar las recientes contribuciones a la teoría económica regional, la pampa húmeda es una región económica como el NEA, NOA, Cuyo o la Patagonia. ¿Entonces, porqué persiste esa diferenciación o distinción entre la pampa húmeda y el resto de las “economías regionales”?. La respuesta está en los conceptos teóricos de la economía regional aquí vertidos en forma suscinta. Es una región homogénea con importantes riquezas naturales y excelente localización. Existen inmejorables condiciones de producción, buenos suelos, adecuado régimen de lluvias y agricultores capacitados. Dispone de respetables obras de infraestructura y fácil acceso a puertos de suficiente profundidad y, además, cuenta con las denonimadas economías de aglomeración: población capacitada, servicios para el agro y para la industria, etc. Es una región integrada al mundo desde hace más de 120 años. Toda la región y múltiples actividades están vinculadas a los mercados mundiales porque existe demanda de granos, de aceites y otros subproductos. Por ejemplo, el 90 % de complejo sojero, que abarca desde producción primaria, los procesos industriales y los grandes servicios portuarios está localizado en un radio no mayor a los 300 kilómetros de la ciudad de Rosario. Ventajosa condición que no tiene EEUU ni Brasil, los principales proveedores de soja y subproductos del mundo

Las otras regiones, sin embargo, no están integradas al mundo cómo región. Están vinculadas a través de algunas actividades muy competitivas, por ejemplo los limones de Tucumán, los vinos y los olivos de Cuyo. Las actividades económicas de estas regiones contribuyen en la provisión de bienes para los mercados locales o para el mercado nacional. En Argentina falta planificación regional o planeamiento regional, en cada una de las regiones también. La difusión de conceptos técnicos sobre la economía regional tiene el propósito de multiplicar las actividades económicas competitivas para que las distintas regiones se transformen en regiones genuínamente competitivas y, si es posible, para que transciendan el mercado nacional.

Un toque de realidad actual: Políticas de tipo de cambio artificialmente alto generan competividad también artifical y constituyen un engaño a largo plazo. Estas políticas constituyen un subsidio implícito para el turista y el consumidor extranjero. También para las actividades no competitivas que se engañan a si mismas como si este tipo de cambio durará una eternidad. Las actuales son “políticas productivas” engañosas, mejor dicho peligrosas. En realidad no se exportan productos, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la mitad de los ’90, generó todo lo contrario. El chivo expiatorio de la crisis de los últimos años fue la convertivilidad, pero la razón de fondo fue la falta de financiación genuína del gasto público descontrolado.

La verdadera competitividad regional estará dada por las ventajas naturales, las ventajas competitivas de Porter y por el progreso técnico o la incorporación de tecnología, tal como pregonaba Palander. En términos modernos se deben crear clusters, que son espacios donde las actividades económicas se integran y se articulan entre sí de manera vertical y horizontal con proveedores de insumos, servicios y educación; son eslabones aceitados de una cadena productiva que genera ventajas competitivas en relación a las actividades que actúan en forma aislada. Los clusters no nacen de forma espontánea, se deben al planeamiento regional y también a la participación activa y seria del estado, ya sea nacional o provincial.

Negociaciones agrícolas internacionales: El campo frente al desafío de la OMC

Ámbito Financiero, 08/06/2005

Escribe Jesús Leguiza
Fundación FEDERAR

Los países centrales deben eliminar las subvenciones a las exportaciones, reducir sustancialmente las ayudas internas (subsidios a la producción) y permitir el acceso de nuestras exportaciones a sus mercados. Este es el frente más importante para la agricultura argentina y el ámbito de negociaciones es la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las relaciones económicas internacionales de Argentina se mueven en tres frentes o niveles, diferentes y superpuestos: a) nivel multilateral (GATT–OMC); b) nivel regional (MERCOSUR); y, c) nivel bilateral con diferentes países aunque, en este caso, la relaciones están condicionadas por los dos primeros. En materia agrícola, la Cancilleria y la Secretaria de Agricultura trabajan en los tres frentes en forma simultánea.

A nivel multilateral, primero con el GATT y luego con la OMC, se acumulan muchos años de negociación. El Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) nació en 1947, durante Conferencia Internacional de Bretton Woods desarrollada en New Hampshire, con la presencia de 44 países. En la 1ra. Ronda de negociaciones del GATT hubo acuerdos entre 122 paises para la reducción de aranceles y medidas para crear zonas regionales de libre comercio. Años después, en la 5ta. Ronda denominada Dillon (1960-1962), se intercambiaron más concesiones arancelarias y en la 6ta Ronda, que recibió el nombre de Kennedy (1963-1967), se acordó reducir hasta un 50 % los aranceles de los productos industriales. Los productos agrícolas estuvieron siempre excluídos; justamente en esta Ronda, Estados Unidos además de negociar para aumentar sus exportaciones a la Comunidad Económica Europea (CEE), logró acuerdos adicionales para suministrar trigo a países pobres en concepto de “ayuda alimentaria”. De esta manera la agricultura aparece por primera vez en las negociaciones del GATT, pero con un tratamiento limitado: concesiones específicas por producto y sobre la base de peticiones y ofertas.

Recién en la 7ma. Ronda, que se llamó Ronda Tokio, llevada cabo entre 1973 y 1979, se abordó específicamente el tema de la agriculura y las barreras arancelarias. En ella, la entonces CEE, efectuó modestas concesiones en compensación por sus políticas de ayuda interna; ejemplo de ello es la cuota de exportación de carnes Hilton otorgada a varios países entre los que se encontraba Argentina. En la 8va. Ronda, llamada Uruguay (1986-1994), se permitió abrir los mercados para la agricultura y los servicios, restringir las subvenciones y proteger la propiedad intelectual. Esta Ronda concluyó con el acuerdo de 111 países para la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como entidad sucesora del GATT. Se destaca la incorporación de los temas agrícolas en la agenda de la nueva organización como resultado de la gestión de la Ronda Uruguay y por la presión ejercida por muchos países, principalmente de los integrantes del Grupo Cairns, del cual Argentina es todavía parte muy activa.

Se espera que al final de la presente Ronda, de Doha, ya en el marco de la OMC, se eliminen los subsidos a las exportaciones, se faciliten accesos a los mercados y se limiten las ayudas domésticas. La Unión Europea subsidia a las exportaciones con un monto de 2.000 millones de dólares anuales, valor poco significativo en relación a las ayudas domésticas, que son los susbsidios a la producción interna, los cuales alcanzan los 100.000 millones de dólares. Este valor es equivalente al monto de 8 años de exportaciones agrícolas de Argentina. Estados Unidos, otro de los países que subsidia algunas de sus producciones agrícolas, otorga ayudas internas del orden de los 50.000 millones de dólares. El caso extremo de protección a la agricultura es el Japón, que tiene aranceles de importación de arroz exhorbitantes, del orden del 700 %, una barbaridad para un producto “sensible”. Esta no es una limitación sino una burda prohibición de acceso a dicho mercado. Arroz, azúcar, lacteos, carnes y cereales, en menor medida, son los productos más subsidiados por los países industrializados; éstos son justamente los productos más competitivos de los países en vias de desarrollo, como el nuestro.

La mayores asimetrias e injusticias, en materia de barreras o trabas arancelarias y para-arancelarias, existen en el comercio internacional de productos de origen agrícola. El objetivo de la Ronda Doha es eliminar los subsidios a las exportaciones, disminuir la incidencia de ayudas internas y la falta de acceso a los mercados. Se deberá tener en cuenta que la eliminación de los subsidios a las exportaciones es una condición necesaria, pero no suficiente. El frente de negociaciones agrícolas más importante para la Argentina es la OMC y los temas más trascendentes son la reducción sustancial de las ayudas internas y el mayor acceso a los mercados, todo responsabilidad de los países centrales o desarrollados. Solo así se logrará mayor crecimiento y desarrollo económico, consecuentemente se reducidrá el desempleo y la pobreza.