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Notas de historia

El alambrado

Jesús Leguiza

Fundacion FEDERAR – 08/05/2009

El alambrado se empezó a utilizar a mediados del siglo XIX y constituyó uno de los hitos en el desarrollo del agro argentino. Sirvió para delimitar el perímetro de los campos y marcar en forma contundente los derechos de propiedad de la tierra, porque antes se usaban zanjas, cercos, plantas espinosas, pircas en el noreste. También para dividir los mismos en potreros, proteger huertas y jardines de los cascos.

José Hernández en 1882 escribió en su libro “Instrucción del Estanciero” escribió que el alambrado cambió la historia de la industria rural, la agricultura.

Las zanjas y los cercos

Con el surgimiento de la ocupación de las tierras, la manera de determinar el perímetro de los campos y fortines eran los accidentes geográficos, principalmente los ríos, arroyos y sus confluencias (rincones o rinconadas). Las zanjas, que completaban el cierre de los límites de las tierras de las estancias, eran anchas y profundas de manera que no podían cruzar los animales, caballos, mulas, vacas y hasta los invasores. La zanja también sirvió para la protección de montes y sembrados, sirvió de potreros y corrales, como también constituía un obstáculos para los indios y otros usurpadores.

Adolfo Alsina, Ministro de Guerra de Nicolás Avellanera, en 1876 solicitó a un ingeniero francés construir una zanja de 3 metros de anchos y 2,5 de profundidad con un terraplén que debía extenderse del fortín Guerrero (al sur de Córdoba) hasta Bahía Blanca, para evitar la invasión de los indios que se dedicaban a robar ganados; pero, la iniciativa quedó inconclusa ya que solo llegó a excavarse unas 7 leguas en la zona de Trenque Lauquen.

El origen del alambrado (Richard Newton)

Richard Newton, un estanciero inglés, introdujo el primer alambrado en el año 1845 para proteger los jardines y la huerta de la estancia Santa María localizada en Chascomús.

Diez años después, la primera estancia en ser delimitada en todo su perímetro fue “Los Remedios”, que estaba en los las tierras del actual aeropuerto de Ezeiza. En este caso el propietario era Fransisco Halbach, el Cónsul de Prusia, que se dedicaba a la cría del ganado ovino. Aparece entonces la figura del alambrador y del potrero, tanto para separar a los animales como los cultivos. Facilitaron las tareas rurales, aunque lo más importante, como se indicó, fue demarcar la propiedad de la tierra.

Ese año puede considerarse como el año oficial de introducción del alambre dado que se incorpara como un artículo de importación en los registros oficiales. Entraron al puerto de Buenos Aires unos 600 rollos y sirvió de antecedente para en la Ley de Aduanas de año 1857.

El primer alambrado (Francisco Halbach)

El alambrado hizo posible la aparición de la estancia, con su fisonomía actual y luego la cabaña, el tambo, la granja y la chacra y todo por obra de un inspirado precursor visionario.

La actividad ganadera resultó también favorecida por el uso del alambre. En primer lugar, redujo la necesidad de mano de obra, lo cual hizo más sencillo el manejo del ganado; y en segundo lugar, facilitó el cruzamiento de animales de forma controlada -y no indiscriminada como sucedía con la cría a campo abierto-. Su uso permitió separar o reunir al ganado según su calidad.

A pesar de algunas resistencias por su elevado costo, el uso del alambrado fue ganando adeptos entre los principales propietarios rurales. Su implementación resultó ser muy eficiente para fijar con precisión el perímetro de las propiedades, para contener al ganado y evitar las mezclas con rodeos vecinos y al mismo tiempo impedir el paso de transeúntes. En consecuencia, el alambrado también colaboró con la expansión de la agricultura al garantizar el cuidado de las áreas cultivadas y proteger árboles y otras plantas.

El alambre más conocido era conocido como Creusot, procedente de una ciudad francesa de ese nombre en donde se localizaba una fábrica metalúrgica muy renombrad que producía un alambra de acero promociona como “Invencible”.

El Ñandubay

Para hacer más fuertes y resistentes los alambrados y cargar más hilos se empezó a utilizar poste para hacer más corte la distancia y evitar que, sobre todo las ovejas pasaran por debajo. Para ello se utilizaba unos postes muy resistentes de madera de ñandubay un arbusto autóctono muy abundante en las costas del Paraná.  Estos postes eran prácticamente indestructibles y muy duraderos bajo tierra; se obtenían de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y la zona seca chaqueña. Luego se empezó a utilizar el espinillo de la misma región cuyo nombre también es aromo o aromito.

El alambre de púa

Hacia 1878, la aparición del alambre de púa era una novedad observada con recelo por parte de algunos estancieros. Les preocupaba el daño económico eventual que podía representar la desvalorización del cuero vacuno en caso de lastimaduras. Su uso y comercialización comenzó a difundirse recién una década más tarde para terminar de dar solidez a los cercos. Entre ese año y 1907 se importaron más de mil millones de toneladas de alambre con los cuales podía rodearse varias veces a todo el territorio del país.

Conclusiones

El boom del modelo agroexportador se encuentra íntimamente ligado a la innovación técnica que permitió producir materias primas de mejor calidad y en mayor volumen. Una de esas innovaciones fue justamente  el alambrado y representó un salto en la modernización del campo.

L’ Frigorifique

Le Frigorifique fue el primer barco frigorífico del mundo que llegó a Buenos Aires  en 1876. Estaba provisto con cámaras de frío para el transporte de carne. Fue una verdadera revolución para la industria de las carnes y cambió profundamente la economía nacional.

Así como se desarrolló la industria del saladero y su principal producto, el tasajo, conservado el sal, había limitaciones para la exportación de carnes de calidad y mejores precios. Desde los tiempos de las vaquerías, la carne quedaba tirada para alimento de los ratones o perros del campo y cuando llegó la época de los saladeros la carne, que se desperdiciaba, se comenzó a macerar, secar y salar para ser enviada a los mercados para consumidores de bajos recursos o para esclavos y soldados.

Alrededor de 1870 la Sociedad Rural de la provincia de Buenos Aires ofreció un premio en metálico muy importante para aquella persona que inventase o crease una técnica que conservara la carne.

La solución llegó desde Francia de manos de un científico llamado Charles Tellier, quien ideó y construyó, veinte años antes, una plata frigorífica con compresores de éter metílico, el cual al evaporarse creaba un ambiente frío y seco con una temperatura de 0°C, un frío artificial. Así se logró conservar la carne sin el uso de la sal.

En el mes de diciembre de 1876 llegó a Buenos aires el barco L´Frigorifique cuyas bodegas cargaban 25 toneladas de carne que semanas antes habían salido de Europa. Esa carne, enviada a manera de prueba, llegó al puerto en perfectas condiciones y fue aceptada inmediatamente, aunque el sabor era un poco distinto a la carne fresca. No  obstante, surgió un nuevo método o sistema de conservar la carne y para exportar; los ganaderos aprovecharon la oportunidad para multiplicar sus negocios con el exterior.

La carne local, además de tener un precio mucho menor, esto permitía la reventa con razonables beneficios para ambas partes y fue así que se revolucionó el negocio de la exportación. L’Frigorifique era un barco con  un casco de acero de 66 mts de eslora y un peso de 500 tns, Estaba dotado de tres velámenes y podía navegar a una velocidad de 8 nudos. Las bodegas estaban revestidas de madera de corcho a fin de garantizar el mantenimiento del frío por más tiempo.

La SRA invitó a sus asociados para reunir un cargamento y al tiempo L´Frigorifique partió de regreso con una carga de casi un centenar de reses, las cuales parte llegaron llegaron en mal estado debido a fallas en una sección de las bodegas de refrigeradas, pero el resto llegó en buenas condiciones y fue consumida. Era carne de oveja congelada.

Un mes después llegó nuevamente otro barco a vapor el “Paraguay” con un sistema de enfriamiento mejorado en cuyo desarrollo también participó el Ing. Tellier. Así se consolido la industria de la faena de vacunos para la exportación de carnes frescas, abriéndose de esta manera un inimaginable camino para la agroindustria del Río la Plata.

El antiguo problema que develaba a los exportadores desde la época de la colonia fue resuelto, pués los que se buscaba era que el producto no se resintiera y fuera de satisfacción para el gusto europeo.

Elfrancés, Charles Tellier

Las vaquerías y los saladeros

A mediados del siglo XVI los caballos y las vacas fueron traídos al Río de la Plata por los españoles. Los animales que se reprodujeron rápida y libremente, se multiplicaron y poblaron las desiertas pampas; se denominó ganado cimarrón (salvaje). Pasó casi un siglo y ese ganado ya constituía una fuente de riqueza inagotable, de allí surgen las vaquerías que eran expediciones de caza que eran organizadas por hombre con ciertos recursos y habilidad para soportar durante meses los avatares del clima, las fieras, las inundaciones o las sequías, como también los indios en las grandes y extensas llanuras.

Paralelamente, con la apropiación de las tierras aparecen las estancias y las vaquerías servían también para apropiarse de ese ganado mostrenco para aprovechar principalmente el cuero, y en ocasiones el sebo, la lengua, los cuernos y la cerda. Ello dio comienzo a una “industria autóctona” y el comercio de exportación. Los españoles daban permisos especiales, para cargar los barcos de regreso; y también había contrabando de las embarcaciones inglesas, portuguesas y holandesas, dada la existencia todavía de monopolio del comercio con España.

Por otra parte, debían tramitar un permiso que otorgaba el Cabildo y pagar un impuesto llamado el derecho de vaquería. Se armaban tropas de hombres a caballo que se dirigían a zonas donde se encontraba el ganado sin dueño. Cuando encontraban hacían un rodeo a las manadas y utilizaban una vara con un hierro cortante llamado “desjarreteador” con el cual cortaban los tendones traseros de los animales y los inmovilizaban para luego matarlos.

En estas cacerías, los grupos formados por diez a veinte hombres, se degollaban entre 600 y 800  animales,  sacaban solo el cuero y el sebo, el resto dejaban para festín de los caranchos y perros salvajes; los cueros eran estaqueados hasta secarse al sol y posteriormente transportados en carretones.

En el siglo XVIII el mercado del cuero ya estaba consolidado y selectivo, dado que los mismos debían ser “de ley”, solo de toros y de medidas mínimas. Para enviar 40.000 cueros secos, algunas veces se sacrificaba el doble de animales. También extraían la grasa que servía como sustituto del aceite, del tocino y de la manteca.

Dada la matanza indiscriminada se debieron limitar los permisos y en 1796 se impuso una Ordenanza Virreinal con severas prohibiciones y reglamentación de la matanza, solo podía realizarse expediciones a más de cien leguas de la ciudad.

Aparición de los saladeros

A fines del siglo XVIII surgieron los saladeros  que lograron ampliar el aprovechamiento integral del vacuno. Empezó a comerciarse un nuevo producto, el tasajo, destinado a la alimentación de esclavos y de soldados; también extraían el sebo y la grasa para la fabricación de las velas, el jabón y lubricantes para los mismos cueros.

El primer establecimiento saladero de Buenos Aires fue creado en 1810 por los ingleses Roberto Staples y Juan Me Neile. En 1812, trabajaban en él cerca de sesenta hombres. Pocos años más tarde una sociedad formada por Juan Manuel de Rosas, Juan Terrero y Luis Dorrego estableció en Quilmes el saladero “Las Higueritas”; luego se instalaron otros saladeros sobre el Riachuelo y a fines de 1820 ya habían más de veinte establecimientos en Buenos Aires.

El tasajo se exportaba a Cuba y Brasil para el consumo de los esclavos. En 1821, con la eliminación de los derechos de exportación de la carne salada transportada en buques nacionales que favoreció ampliamente al sector que ya podría denominarse ganadero.

La producción estaba a cargo de empleados asalariados  quienes tenían a su cargo la tarea de trozar la carne en tiras que se secaban al sol durante unos 10 días y se apilaban entre capas de sal para conservar, todo el proceso duraba unos cuarenta días. También aprendieron a curtir los cueros con más valor.

Con la instalación de los mataderos y saladeros se fueron incorporando nuevas técnicas en la faena y el aprovechamiento de los animales. Los principales aportes hizo un químico francés llamado Antonio Cambaceres, que se radicó en Buenos Aires en 1829.

Las exportaciones pasaron de 87 mil quintales de tasajo, en 1822, a casi 180 mil, en 1837, y más de 500 mil, a mediados del siglo. Entonces, los ganaderos encontraron así nuevas posibilidades y las estancias se convirtieron en empresas comerciales e industriales.

Pacto Roca-Ruciman

El Pacto Roca-Runciman fue un acuerdo comercial celebrado en mayo de 1933 entre la República Argentina y el Imperio Británico. El Pacto tuvo como fin establecer nuevas condiciones para que la Argentina pudiera seguir exportando carne vacuna hacia Reino Unido.

Debido a la Gran Depresión iniciada en EEUU (el Jueves Negro de octubre de1929), Gran Bretaña, principal socio económico de Argentina, ha tenido que tomar medidas para proteger el incipiente mercado de carnes con los países del Commonwealth, sus colonias y ex-colonias, las cuales eran pricipalmente Canadá, Australia y Sudáfrica.

Pero ya en la década de 1920 Estados Unidos había comenzado a disputarle al Imperio Británico la hegemonía mundial como potencia mundial financiera y manufacturera y su presencia en el mercado Argentino aumentaba con fuerza. Era un comercio triangular en el que Argentina exportaba materias primas a Gran Bretaña siendo superavitaria comercialmente, mientras importaba productos manufacturados de Estados Unidos con quien era deficitaria. Esta situación generaba preocupación tanto en Argentina como en Gran Bretaña que veían una amenaza en el avance estadounidense ya que los productos argentinos no eran comprados por los Estados Unidos.

Con Hipólito Yrigoyen, el gobierno comienza a negociar un acuerdo comercial con Gran Bretaña conocido como D’Abernon-Oyhanarte, a fin de mantener las exportaciones de carnes y granos argentinos a cambio de la exclusividad a las empresas británicas en la compra de material ferroviario, el otorgamiento de extensiones a la redes de los ferrocarriles,la concesión de subterráneos, la construcción de elevadores y caminos.

Negociación y resultados

Para evitar que esta política comercial del Reino Unido afectara la balanza comercial de Argentina, el 28 de octubre de 1932, una misión encabezada por el presidente de la Nación Argentina, Agustín Pedro Justo, llegó a Londres. Fue recibida por Eduardo de Windsor, príncipe de Gales y futuro rey.

El 1 de mayo de 1933 se firmó el tratado Roca-Runciman, entre el vicepresidente de la República Argentina, Julio Argentino Roca (hijo) y el encargado de negocios británico, Walter Runciman, por el cual el Reino Unido se comprometía a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales.

Como contrapartida, Argentina aceptó la liberación de impuestos para productos británicos al mismo tiempo tomó el compromiso de no habilitar frigoríficos de capitales nacionales.

Paralelamente se creó el Banco Central de la República Argentina (BCRA) con competencias para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción/supervisión de un directorio con fuerte composición de funcionarios del Imperio Británico. No obstante todas estas concesiones, se le adjudicó además al Reino Unido el monopolio de los transportes de Buenos Aires.

Finalmente, el Pacto Roca-Runciman fue aprobado por el Congreso de la Nación Argentina mediante la sanción de Ley 11.693.

El Pacto aseguraba cuotas de exportación de carne argentina estables equivalentes a las adquiridas en 1932 (punto más bajo de la Crisis del 30), afianzando el vínculo comercial con el Reino Unido.

Cláusulas del Pacto:

  1. La Argentina se aseguraba una cuota de exportación no menor a 390 000 toneladas de carne enfriada. El 85 % de las exportaciones de este país debían realizarse a través de frigoríficos extranjeros. El Reino Unido «estará dispuesto a permitir» la participación de hasta un 15 % de frigoríficos argentinos en la cuota de carne (ya cubierta en su casi totalidad por el Frigorífico Gualeguaychú y el Municipal de Buenos Aires).
  2. La Argentina dispensaría a las empresas británicas «un tratamiento benévolo que tendiera a asegurar el mayor desarrollo económico del país y la debida y legítima protección de los intereses ligados a tales empresas»
  3. Mientras hubiera control de cambios en la Argentina (límite del capital dispuesto para importaciones), todo lo que Gran Bretaña pagaba por compras en la Argentina, podía volver al país deduciendo un porcentaje para pagos de deuda externa.
  4. La Argentina mantendría libres de aranceles el carbón y demás mercaderías que se importaban en ese momento exentas de impuestos, comprometiéndose a comprar en Gran Bretaña el total del carbón que consumía.
  5. La Argentina se comprometía a no aumentar los aranceles aduaneros.

El Comercio entre Argentina y el Reino Unido entre 1927
Año. Import. Export.
1927 19.4 28.2
1930 19.8. 36.5
1933 23.4 36.6
1936 23.6 35.0
1939 22.2 35.9
Cuadro: Colin, Lewis – «Anglo-Argentine Trade 1945-1965«

Repercusiones

El 23 de julio de 1935, Lisandro de la Torre, senador por Santa Fe, denunciaba en la cámara las consecuencias del Pacto Roca-Runciman, firmado en 1933. Los ministros de Agricultura, Luis Duhau y de Hacienda Federico Pinedo, concurrieron durante 13 días consecutivos al Senado para contestar los cargos. En un momento, de la Torre abandonó su banca y se dirigió hacia la mesa ministerial, donde fue empujado por Duhau y cayó de espaldas. El senador Enzo Bordabehere se dirigió hacia el sitio donde se hallaba su compañero de banca. En ese momento, apareció detrás de Bordabehere un matón a sueldo ligado a Luis Duhau llamado Ramón Valdéz Cora que, revólver en mano, disparó dos proyectiles en la espalda de Bordabehere asesinándolo en pleno recinto.

Fuente:
Rins, Elba Cristia; Winter, María Felisa (2000). La Argentina una historia para pensar 1976-1996. Madrid.
Troncoso, Oscar A. (1976). «El pacto Roca-Runciman». Historia integral argentina; El sistema en crisis. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
Vedoya, Juan Carlos (1974). Argentina rica, con veda y sin plata. Pacto Roca-Runciman. Buenos Aires: Marlona.

Rivadavia y los primeros intentos de colonización

Ambito Financiero – 17/08/2006

Jesús Leguiza
Fundación Federar

El tema de la tierras y propiedad de las mismas ha dado mucho de hablar y escribir a la largo de la historia argentina. Bernandino Rivadavia fue uno de los primeros, en estos lares, en fomentar el uso de las tierras y en promocionar las inmigraciones extranjeras para el uso y ocupación de vastas extensiones territoriales “disponibles”. En realidad las tierras estaban ocupadas por los pampas, los ranqueles, los querandíes y otras tribus de la región del Río de la Plata, ellos eran los verdaderos “dueños”; como en el norte los eran los guaraníes, guaycurúes, los quilmes, comechingones o los calchaquíes, entre otros.

Este prócer de nuestra historia es venerado por muchos y odiados por otros tantos. La historia es así, algunos toman partido por algunos personajes, por algunas banderas ó ideas y otros por posiciones contrarias, como fanáticos en un campo de fútbol; solo actúan desde la emoción y generalmente con poco uso de la razón. Otras veces se actúa con picardía, por ejemplo, la economía se maneja con la derecha, la política con el centro ampliado y la cultura con la izquierda.

Influencia europea

Desde sus primeras actuaciones políticas, sobre todo después de su regreso de Europa a mediados de la década de 1810, Rivadavia sostuvo ideas liberales, que eran progresistas o de vanguardia a principios del siglo XIX. Al igual que Belgrano estuvo influenciado por Rousseau, Adam Smith, David Ricardo, Bacon y Locke, pero en este caso, a través de su “amigo” Jeremy Bentham. También influyeron en él españoles como Jovellanos y Campomanes.

Rivadavia se proponía mejorar la raza nativa con inmigrantes del norte de Europa y, para ello, mantuvo contactos con agentes particulares de Londres, como Hullet Brothers, a fin de atraer los primeros colonos, a los cuales se abonaría unos 200 pesos a los matrimonios, una cifra menor a los solteros y se les entregaría parcelas de tierras. Eran familias escocesas, holandesas y alemanas.

Decía -“Una masa de agricultores debía tener acceso a la tierra para lograr el desarrollo agrícola”-. Su preocupación fue asegurar una adecuada distribución para que las mismas no terminaran en pocas manos ó en latifundios improductivos y, a su vez, para que adquirieran valor a largo plazo, en 20 ó 30 años. Las tierras del convento de San Pedro fue el lugar elegido para el primer intento de colonización, pero éste fracasó rotundamente dado que, a la llegada a Buenos Aires, nadie se hizo cargo de los inmigrantes y futuros colonos. Para el segundo grupo o contingente se compró un campo en Entre Ríos, pero también fracasó porque, esta vez, no se cumplió con la promesa de entregar enseres y herramientas de trabajo; ambos contingentes terminaron asentándose en Buenos Aires, trabajando, la gran mayoría, como artesanos. Por ultimo, hubo un tercer intento abortado por la guerra con el Brasil. Todos ellos, los primeros inmigrantes, salieron de Glasgow y de Liverpool, aunque el tercer grupo ni siquiera salió de éste último puerto.

Frontera con los indios

Sin embargo, estos esfuerzos marcaron un rumbo en la ocupación de la tierra, recordemos que en 1815 la frontera con los ocupantes originarios, los indios, estaba delimitada por el río Salado y una línea de fortines, hoy Chascomús, Rauch, Montes, Lobos, Mercedes, Salto y Rojas. En 1817 se fundó Dolores y, recién en 1823, las expediciones porteñas llegaron a Tandil. En pocos años, la provincia de Buenos Aires, se extendió de 40.000 km2 a 100.000 km2; superficie poco poblada dado que todos los habitantes no sobrepasaban el número de 150.000. Rivadavia ordenó el primer relevamiento topográfico de la provincia con la idea de repartir las tierras, pero la gran ola inmigratoria recién llegaría 30 o 40 años después.

Rivadavia fue pionero en esta materia, como también en otras iniciativas, como la difusión de las libertades individuales y el libre comercio. Propició reformas aduaneras, el puerto de Ensenada; la creación de instituciones, registros, museos, escuelas de campaña, el primer banco y la ley de enfiteusis. Todas éstas fueron sus mayores contribuciones, tanto como secretario de gobierno y relaciones exteriores del Triunvirato, como ministro de Martín Rodríguez y luego como presidente.