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Opinión

La Agricultura Orgánica

Jesús Leguiza
Ámbito Financiero – 15/10/2002

Es imprescindible pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente.
La agricultura orgánica, a pesar de tratarse de un tema novedoso para el hombre contemporáneo, es realmente milenaria y debe ser analizada desde esa perspectiva. A lo largo de miles de años la humanidad ha sufrido cambios, algunas veces de manera imperceptible y otras en forma abrupta. La revolución agrícola fue el primer gran cambio, sucedió hace más de 8.000 años, cuando el hombre descubrió que podía sembrar, cultivar y obtener los frutos de la tierra, dejó de ser nómade, cazador y recolector. Se tiene conocimiento que, desde hace más de 2.000 años, los agricultores ya conocían la existencia de los momentos propicios para la siembra y las épocas de cosecha, practicaban la rotación de cultivos, el reciclaje de los residuos vegetales, el manejo del suelo y la conducción del agua a fin de obtener mayor fertilidad y, por ende, más rendimientos en los cultivos.

La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llevó recientemente, como postura, a la Cumbre de Johannesburgo, tres mensajes muy claros: a) la existencia de una íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente; b) la necesidad de producir en forma sostenible y c) la urgencia de combatir el hambre en al mundo y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, o sea, el concepto de la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones.

La agricultura orgánica

¿ Qué tiene que ver la agricultura orgánica con esta descripción poco alentadora para la humanidad  y con los mensajes de la FAO ?

Con respecto a la íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente, es sabido que el agua es uno de los elementos claves para el desarrollo y marca los límites del crecimiento. Mil millones de personas carecen de acceso al agua potable, en solo 25 años más 3.000 millones tendrán serios problemas por falta de este elemento esencial, particularmente en Africa del Norte y en Asia Occidental. El agua contaminada causa la muerte de más de 2 millones de personas por año y el aire contaminado causa la muerte de más de 3 millones de personas.

No existen posibilidades de ampliar las tierras de cultivos sin realizar grandes obras de infraestructura, la mayor producción se debe lograr con mayor productividad, pero con la restricción de no dañar el medio ambiente.

Como respuesta a la FAO, la agricultura orgánicaesuna opción válida para mantener e incluso mejorar las condicionesdel medio ambiente. Los métodos utilizados, en armonía con el mismo, dado el uso de pocos insumos externos y la no aplicación de pesticidas y agroquímicos, el control biológico de plagas y enfermedades, constituyen los principalesmotivos para inducir a una difusión a mayorescala y más allá de los 5 grandes regiones mencionadas, a fin de proteger la salud humana y proteger el medio ambiente.

Para el segundo mensaje de la FAO, sobre la necesidad de producir en forma sostenible, la agricultura orgánica aporta importantes beneficios: mantiene de la fertilidad del suelo, evita la contaminación del mismo y de las aguas por el uso de pesticidas y fertilizantes y conserva la biodiversidad biológica, dada la menor dependencia de los agricultoresde las tecnologías “complejas” y, por ende, de insumos dañinos.

Y, con respecto al tercer mensaje de la FAO, la urgencia de combatir el hambre y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, la agricultura orgánica podrá realizar aportes en tres escenarios claramente diferentes: a) en la producción familiar de subsistencia, que permitirá mitigar el hambre en zonas rurales y urbanas con menores costos; b) en la producción para el mercado local, que permitirá mejorar los ingresos de los productores; y, c) en la producción para el comercio internacional, el más difundido, que permitiera satisfacer las exigentes demandas en materia de seguridad alimentaria, calidad e inocuidad.
Para este último, las perspectivas son muy halagüeñas, el mercado mundial de productos orgánicos está creciendo a un ritmo impresionante. En Europa las ventas,  en 1997, eran de 5.200 millones de dólares y en solo 4 años crecieron en un 76 %. Por otra parte, las ventas de productos orgánicos en Estados Unidos que en el mismo año fueron de 4.200 millones de dólares, pasaron a más de 9.200 millones en el 2001; creció a razón de un 120 % en el 1997-2001. El volumen total de ventas ha sido de casi 20.000 millones de dólares. Estos países marcan la tendencia, pero  Japón que es un mercado incipiente, dio la sorpresa con un crecimiento del 133 %  en el mismo periodo.

A nivel mundial la agricultura orgánica sigue creciendo a una tasa constante y sostenida, entre un 20 a 25% anual, es decir es el sector de la producción que crece a mayor tasa en el mundo, no puede ser  igualado prácticamente por ningún otro.
De mantenerse el ritmo de aumento de ventas de los productos orgánicos en los países de la Unión Europea y los EE. UU., se estima que el mercado será de más de U$S 100 mil millones en el año 2006, U$S 58 mil  millones en la Unión Europea y U$S 47 mil millones en EE. UU.

Otra clara tendencia marcan los supermercados de estos países, los cuales juegan un rol fundamental dado que en sus estrategias de marketing se imponen ofrecer al consumidor entre 40 y 400 productos orgánicos. En Alemania existen supermercados que ofrecen, en sus góndolas, una asombrosa variedad de entre 400 y 1000 productos orgánicos.
La producción orgánica de los granos básicos es infinitamente menor a la oferta tradicional y, aunque no se pretenda sustituir esas producciones en el futuro, son infinitas las posibilidades de aumentar la producción orgánica de commodities. Ello no seria suficiente para aumentar la diversidad en la oferta de productos alimenticios a gran escala, es la agricultura orgánica la que debe suplir, también esa necesidad de una mayor variedad  y cantidad de productos para la alimentación de la población del planeta.

Los productos más demandados son frutas frescas, deshidratadas y en pulpa, aceites de palma y oliva, verduras de todo tipo, plantas aromáticas, soja, maíz, canola, papas y carnes. Los sobreprecios son aceptables y varían desde un 25 % superior en caso de manzanas; 52 % en naranjas, 114 % en papas y hasta  226 % en tomates.

Como la Unión Europea, EE.UU. y el Sudeste Asiático no logran el autoabastecimiento, surge una gran oportunidad  para países como Argentina y otros  que tienen gran capacidad para la producción de alimentos orgánicos. Este tipo de producciones es impulsada por  la pequeña y mediana empresa agropecuaria y agroindustrial, con producción cuasi artesanal y con controles personalizados. Estos sistemas de producción, además, ocupan y  revalorizan la mano de obra rural, característica muy importante en momentos de alta desocupación.

Argentina pasó de producir 27.900 toneladas de productos orgánicos de origen vegetal en 1999 a más de 34.000 toneladas en el año 2000; la población del país consume apenas un 10% de la producción total. Los principales destinos de las exportaciones son los principales países de la Unión Europea (85%) y  EE. UU. (10,7%). Entre 1999 y el año 2000 se destaca el crecimiento de las exportaciones de los productos orgánicos industrializados con un crecimiento de casi el 200  % y el valor de las exportaciones fue superior a los U$S 60 millones.
En este contexto, Argentina tiene una gran oportunidad, la cual no es suficientemente aprovechada por falta de perspectiva global y por exceso de conflictos intestinos institucionales  que no permiten ver la gran problemática global. El país es altamente competitivo, dado que posee todos los climas y todos los suelos, tiene una alta capacidad de expansión de la frontera agrícola, las 24 millones de hectáreas utilizadas pueden ascender a 36 millones más incluyendo la forestación; del 1,5 millones de hectáreas bajo riego, solo se utilizan un 50 %;  las 500 mil hectáreas dedicadas a la fruticultura pueden triplicarse sin problemas; la mano de obra, en parte desocupada, puede rápidamente incorporarse al proceso productivo. La industria alimentaria, estratégica por cierto, es la base para la recuperación y el desarrollo económico, además de definir el perfil industrial del país. Hoy en día la cuestión sanitaria, la calidad , la inocuidad y las trazabilidad de los alimentos es excluyente. El subsector de producción de cítricos de exportación de la región noreste cuenta, en funcionamiento, con el primer sistema de información on line de América y quizás de otras regiones, sobre la trazabilidad de los productos, incluyendo la identificación de lotes habilitados por los servicios de sanidad vegetal, (www.corenea.com.ar).
Dado que los agricultores necesitan seguir reglas muy estrictas, previo a que sus productos puedan ser certificados como orgánicos, es recomendable regular paralelamente los mercados locales y promover la producción integrada y de cultivos orgánicos en huertos familiares para mejorar tanto la seguridad alimentaria.

La agricultura tradicional de alta tecnología y la agricultura orgánica tienen cabida en el inmenso territorio, soloesnecesario producir en forma sustentable, con una adecuadaestrategia de inserción en los mercados y una continua política de promoción comercial,  procurando “poner en valor” las produccionesregionaleso locales.
Argentina ha hecho lo suyo, pero puede hacer mucho más y convertirse en el mayor productor de alimentos orgánicos del mundo, tanto por cantidad como por calidad.

Actualmente tiene una superficie demás de 3 millones de hectáreas certificadas, el 77% de Latinoamérica, superficie casi igual a la suma de todos los países de Europa. Pero lo más importante es que puede multiplicar esa cifra sin competir con otros tipos o modalidades de producción. Ha sido uno de los primeros países en disponer de normas aceptadas internacionalmente, y desde 1992 cuenta con normas oficiales para las producciones vegetales y desde 1993 para los productos de origen animal. Cuenta, además, con una Ley Orgánica  Nro. 25.127, sancionada el 4 de agosto de 1999 y promulgada el 8 de septiembre de 1999 y se destaca por la seriedad y confianza del sistema de certificación y control. Un cohesionado sector privado, nucleado en el MAPO, trabaja mancomunadamente con el sector público, para resguardar que dicho sistema sea eficiente, seguro y permanente.

Las cuestiones claves son cómo utilizar los recursos disponibles de tierras y aguas para producir alimentos para todos; promover el desarrollo económico y eliminar la pobreza; y al hacerlo, cómo abordar las consecuencias para el medio ambiente de las actividades humanas, como el cambio climático mundial y la pérdida de la diversidad biológica.

Se puede afirmar que la Argentina ha hecho todos los deberes y los ha realizado bien, pero falta mucho para aumentar sustancialmente la facturación de la actividad en su conjunto. Por ello, es imperioso impulsar una gran acción en el campo de la investigación y experimentación en todos los aspectos de la actividad, es fundamental la capacitación técnica de los extensionistas y la formación de más expertos. Es necesario brindar, por todos los medios posibles, un fuerte apoyo técnico y de logística a los productores orgánicos, que contribuya a resolver los problemas relacionados con el manejo de las producciones, los procesos de reconversión y la restauración de los ecosistemas dañados. Es imprescindible la puesta en marcha de un programa de desarrollo de la agricultura orgánica que contemple acciones inmediatas en las distintas áreas para acelerar el crecimiento de la actividad.

Estas son las perspectivas y el marco para apoyar el desarrollo de una actividad prometedora. Tan como siempre arenga, el Dr.Carlos Van Gelderen, experto en sanidad animal argentino: “es fundamental pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente”.

(*) Jesús Leguiza es economista, MIB y ex subsecretario de Agricultura, Ganadería y Forestación de Argentina (1993/1998), colaboró en la selección de antecedentes y análisis de información la Ing. Agr. Luciana  Elustondo (UBA), teniendo en cuenta especialmente informes del Dr. Pedro O. Gómez y material bibliográfico de la FAO, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de Johannesburgo, Cumbre de  Río de Janeiro (1992), Organización Mundial de la Salud, Federación Internacional de Movimiento  de Agricultura Orgánica, entre otros.

Necesidades alimentarias y nutricionales del mundo

Por Jesús Leguiza (*)

A lo largo de miles de años la humanidad ha sufrido cambios, algunas veces de manera imperceptible y otras en forma abrupta. La revolución agrícola fue el primer gran cambio, sucedió hace más de 8.000 años, cuando el hombre descubrió que podía sembrar, cultivar y obtener los frutos de la tierra, dejó de ser nómade, cazador y recolector. Se tiene conocimiento que, desde hace más de 2.000 años, los agricultores ya conocían la existencia de los momentos propicios para la siembra y las épocas de cosecha, practicaban la rotación de cultivos, el reciclaje de los residuos vegetales, el manejo del suelo y la conducción del agua a fin de obtener mayor fertilidad y, por ende, más rendimientos en los cultivos.


Posteriormente, no más de 250 años atrás, se produce el segundo gran cambio, la revolución industrial;  la aparición de la máquina de vapor marcó el inicio de una nueva era caracterizada por la producción en serie.  El hombre rural se convierte en asalariado y habitante de ciudades, pasa de producir para él y su núcleo familiar a ser consumidor de lo producido por otros. Se inicia en el trabajo fuera del hogar, nace la especialización, la vida en las ciudades, el intercambio comercial a gran escala y el uso intensivo de los recursos naturales. Al poco tiempo Malthus ya alertaba sobre el desequilibrio entre el crecimiento de la población y la producción, básicamente la de alimentos, la primera crecía en progresión geométrica y la otra en progresión aritmética.

Población mundial

La población mundial, se triplicó en los últimos 70 años del siglo 20 hasta llegar a los 6.100 millonesde habitantes, con una tasa de crecimiento que no merma. Se prevé que en el año 2.030, la misma rondará los 8.000 millones y que en el año 2.050 será de 10.900 millones. Cómo se alimentará la población mundial atendiendo que solo  el  11 % de la tierra es cultivable y que el agua dulce es muy escasa a pesar de que la superficie del planeta está compuesta por un 75 % de agua.  En el último siglo, el consumo de agua se multiplicó por seis y duplicó la tasa de crecimiento de la población. A medida que aumenta la población se demanda más agua, alimentos, energía y se  pone en peligro el medio ambiente y la sostenibilidad secular de la economía.

El mundo se encuentra ante un verdadero problema, el crecimiento de la población es de unos 80 millones por año, la concentración en la ciudades continúa, la emigración de las zonas rurales a las ciudades es a razón de 160 mil personas por día, prácticamente nace una ciudad por día, y cada año esa nueva población necesita consumir agua equivalente al caudal del río Rhin. Los recursos naturales se deterioran y la tierra se degrada, la biodiversidad se depreda, el agua se contamina. Las tres cuarta parte de población tiene problemas de alimentación y unos 840 millones de habitantes sufren de problemas de hambre, sin mencionar los problemas de salud y mucho menos de educación.

 A su vez, los recursos naturales, la población y la producción de alimentos están desigualmente distribuidos en el mundo. La urbanización es un problema a gran escala, las ciudades crecen aceleradamente, se estima que  con una tasa igual al doble de la tasa general de crecimiento de la población, y en las regiones menos adelantadas del mundo, se prevé que en los próximos 25/30 años se duplicará el número de residentes urbanos.

Las ciudades, actualmente, ya  no están preparadas o equipadas para albergar a  nuevos residentes y en muchos centros urbanos la mitad o más de la población está viviendo en villas de emergencia, que son sumamente vulnerables a acontecimientos catastróficos como inundaciones, tormentas o terremotos.


El agua escasea

El 3% de toda el agua del mundo es dulce, la 3/4 de toda el agua dulce es inaccesible (polos y glaciares). Sólo un 1%  es agua dulce superficial fácilmente accesible. El 1 % del consumo es desalinizada (muy cara)
Del total, sólo un centésimo del 1 %  es accesible para uso humano
En los últimos 70 años la población se triplicó, y la utilización del agua de sextuplicó.
Hoy se utiliza el 54 % del recurso agua disponible; en el año 2.025 se utilizará el 70 % y llegará al 90 % si se usa con igual intensidad que en los países desarrollados.
Hoy 1.700 millones  viven en cuencas con escasez y serán 2.400 en 20 años. En 2050, 4.200 vivirán con menos de 50 litros por día (BWR)

Las tierras cultivables son también escasas
El 28 % de la tierras es demasiado seca y no se puede destinar a los cultivos y el 23 % tiene problemas químicos. El 22 % es demasiado superficial, el 10 % es demasiado húmeda y el 8 % es permagélido.
Solo el 11 % de las tierras disponibles en el mundo no tienen limitaciones actuales para el agricultura.
Entre 1950 y el 2000 disminuyó a la mitad la cantidad de tierras cultivas con cereales: de 0,23 ha a 0,12 ha por habitante.


Las zonas rurales, por otra parte,  también están expuestas a crecientes presiones, debido a ese rápido crecimiento demográfico que a su vez, presionan sobre los recursos naturales y ambientales; los cuales van quedando drásticamente reducidos o deteriorados por el uso excesivo y la explotación comercial.

 En este marco secular, estamos transitando por las vías de una tercera gran revolución, la cual todavía no puede ser bautizada con precisión: será denominada seguramente, dentro de algunas décadas, como la revolución de la tecnología, la revolución de las comunicaciones, la revolución del conocimiento ó la revolución de la información. Este nuevo cambio mundial se inició, en los años 50 del siglo pasado, cuando el número de trabajadores de mameluco azul, obreros de las fábricas que producen bienes, fue superado por el número de trabajadores de cuello blanco de las empresas que prestan servicios.

La globalización ha aumentado la riqueza mundial y ha estimulado el crecimiento económico, pero también, es necesario reconocer, que ha aumentado la desigualdad en el nivel ingreso de las personas  y la degradación del medio ambiente. La pobrezaestá empujando a muchas personas a aumentar la presión que ejercen sobre frágiles recursos naturalespara poder sobrevivir.

Los alimentos no llegan a todos

Un tercio de la población mundial carece de seguridad alimentaria.
Más del 10 % de la población mundial,  828 millones de personas, sufren de desnutrición crónica.
En África subsahariana la población con hambre creció de 196 millones a 210 millones en el periodo 90/92-94/6 y en Asia Meridional dicha población creció de 237 a 254 en el mismo periodo.
El 70 % de las especies de peces está amenazadas.
Entre 1950 y el 2000 disminuyó a la mitad la cantidad de tierras cultivadas con cereales: de 0,23 ha a 0,12 ha por habitante. De 1999 al 2020 se deberá producir un 40 % más de cereales.

El mundo tendrá que alimentar a 8.000 millones de personas en 2030. ¿Qué métodos de producción existen para lograr sin dañar el medio ambiente? Entre 1990 y 1997, la cosecha mundial de cereales aumentó un 1% anual, proporción inferior a la tasa media de crecimiento de la población, de 1,6% en el mundo en desarrollo.

Cinco grandes regiones

Existen 5 grandes regiones en el mundo que disponen de tierras aptas y en grandes extensiones que pueden producir alimentos para la enorme población mundial, ellas don: la cuenca del Misisípi y la cuenca del Plata, la cual contiene a la pampa húmeda argentina en América, ambas en condiciones competitivas y con volumen suficiente para producir y exportar alimentos. Asia dispone de tierras en la cuenca del Ganghes y en las llanuras de la China pero con problemas de distinta naturaleza.  Las tierras del norte de la India están demasiado degradadas y deben proveer alimentos a los ya 1.000 millones de habitantes; las zonas productivas del país que alberga la mayor población mundial, la China con más 1.200 millones de habitantes, sufre devastadoras acciones del clima, extremas inundaciones y largas sequías de forma alternada y recurrente. El Río Amarillo quedó sin agua en 600 Km. en 1990 y durante 226 días en 1997. China solo puede concentrarse en producir alimentos para sus habitantes e incluso debe importar en grandes cantidades, como sucede con productos como el maíz y la soja. La otra gran regiones Ucrania en Europa.

Solo 15 especies de cultivos proporcionan el 90 % de los alimentos. El trigo, el arróz y el maíz son el alimento básico del 66 % de la población, a su vez,estos granos se caracterizan por participar muy poco en el comercio mundial.

China, India, Indonesia y Bangladesh producen el 70 % de arroz del planeta,  600 millones de toneladas, sin embargo este último país que produce 37 millones de toneladas debió importar, en el año 2000, más de 1,3 millones de toneladas por año. Estos cuatro países tienen una población total de más de 2.700 millones de habitantes, y por lo tanto deben dar prioridad a la producción para el consumo interno.

La producción de trigo en el mundo ha sido de 584 millones de toneladas en el año 2000. China e India son también  los primeros  productores de trigo del mundo, sin embargo no exportan, Los países exportadores de trigo, por excelencia, son EE.UU., Canadá, Francia, Australia y Argentina, quienes abastecen más del 80 % de las exportaciones mundiales.

 La producción de maíz es un poco superior a la producción de trigo e inferior a la producción de arroz, siendo EE.UU. el mayor productor y mayor exportador. Al igual que la soja, cuya producción mundial ha sido, en el mismo año, de 161 millones de toneladas.

Estas producciones requieren grandes extensiones de tierra y una alta tecnología para lograr altos rendimientos y bajos costos, pero la misma es cuestionada, sobre todo en las producciones más difundidas (soja y maíz), dado que los exportadores usan material genéticamente modificado,” transgénicos”.


La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llevó recientemente, como postura, a la Cumbre de Johannesburgo, tres mensajes muy claros: a) la existencia de una íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente; b) la necesidad de producir en forma sostenible; y, c) la urgencia de combatir el hambre en al mundo y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, o sea, el concepto de la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones.

 (*)Escrito para el libro «La agricultura orgánica en la Argentina». Material bibliográfico de la FAO, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de Johannesburgo, Cumbre de  Río de Janeiro (1992), Organización Mundial de la Salud, Federación Internacional de Movimiento  de Agricultura Orgánica, entre otros.

¡No volver al pasado!

Por: Juan Martín Rebolini

Celebro el artículo publicado por Jesús Leguiza en Ambito Financiero, con una muy clara descripción de la necesidad de Argentina de contar con una política agropecuaria y agroindustrial que promueva su crecimiento en base a las exportaciones.

Causa estupor los trascendidos de las nuevas medidas económicas que indican que la devaluación del 30% sería acompañada de control estricto y desdoblamiento del mercado cambiario y reinstauración de las retencionesa las exportaciones.

El sector agropecuario argentino y la cadena agroindustrial atraviesan por una de las situaciones más críticas de su historia, a pesar que la incorporación tecnológica y la incorporación de nuevas superficies a la producción han permitido un aumento del 50% en los volúmenes producidos en los últimos 10 años.

Al momento actual, han desparecido más de 150 mil productores y el interior del país es un claro ejemplo de políticas erróneas durante los últimos 20 años, con la única salvedad del período 1991/95, cuando la desgravación de las actividades productivas y la desregulación de los mercados permitió un proceso intenso de inversiones y crecimiento.

El desarrollo del sistema comercial argentino alcanzó los niveles de mayor eficiencia a nivel internacional de manos de una actividad privada desregulada, con el desarrollo portuario, infraestructura de almacenaje, acondicionamiento y procesamiento; los mercados de futuros y opciones en dólares; instrumentos financieros como prefinanciación de exportaciones y warrants.

La situación económica y financiera de la cadena agroalimentaria en su conjunto no soportaría volver al desdoblamiento cambiario y retenciones a las exportaciones, por los siguientes motivos:

– Precios internacionales de los commodities agropecuarios en sus niveles más bajos históricos como consecuencia de los altos subsidios a la producción en los países centrales, protección en países importadores y crisis económica global.
– Muy alto endeudamiento del sector en dólares y elevada descapitalización, y falta total de financiamiento a partir de esta última campaña debido a la suspensión de programas de las principales proveedoras de insumos y ausencia total del sistema financiero tanto privado como público al vaciarse también el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
– Graves pérdidas por inundaciones en el núcleo de la región agrícola.
– Economías regionales como el arroz, el algodón, el maní, etc., diezmadas por pérdidas de mercado y aumentos recurrentes de carga tributaria durante los últimos 4 años.
– Aumento sostenido de la carga tributaria sobre el sector que se intentó disimular con los planes de competitividad. Crecimiento de los créditos de IVA y ganancias de la cadena comercial en su conjunto, y en la exportación agravada por el retraso en la devolución del IVA.

Si una devaluación del 30%, es acompañada por eliminación del factor de convergencia (5%) y de los reembolsos para productos con valor agregado, reimplantación de retenciones (se especula con un 10%) y desdoblamiento cambiario que podría impulsar una brecha del 10% entre el tipo de cambio comercial y libre, se perdería para el sector todo beneficio de la devaluación y en cambio le quedaría por afrontar las obligaciones en dólares contraída por las inversiones realizadas durante la última década y con el encarecimiento de sus insumos en su mayoría importados o dolarizados.

En definitiva, quiero aún soñar con una Argentina exportadora de valor agregado, donde se observe un crecimiento armónico del interior del país con las grandes ciudades de manos de los sectores productivos privados. Y donde el sector público y el sistema financiero, hoy quebrados, pero que han vivido una gran fiesta durante varias décadas, sean quienes asuman el costo del quebranto de la Nación que han causado. Para la recuperación del país, es fundamental que haya justicia y seguridad jurídica.

El nuevo gobierno que ha logrado juntar un gran acuerdo de voluntades políticas, espero que tenga la grandeza de imaginarse una nación grande e imitar a quienes como Brasil, han transformado su sistema de administración federal y han impulsado un tremendo crecimiento de la economía desde el interior del país.

¡Es tiempo de acción!

Ámbito Financiero, 03/01/02

Por Jesús Leguiza

El sector agropecuario se enfrenta, en éstos días, un tiempo de dificultades que exigen a la adminstración pública sectorial acciones rápidas y eficientes. Ya hace más de una semana que los mercados granarios no operan. Desde el gobierno se debe trabajar contra reloj para resolver este tema que excede lo meramente agropecuario, pero que impacta directamente en el sector que más divisas generó, genera y generará para nuestro país. Si el campo exporta en dólares debe seguir cobrando en dólares billete.

La incertidumbre sobre el tipo de cambio, la liquidación de divisas y la política monetaria han frenado también todas las operaciones internas: la venta de productos (trigo principalmente), la compra-venta de insumos y hasta las contrataciones de servicios. Más allá de las medidas que se anuncien, es importante que el sector defienda lo suyo, lo genuinamente suyo. El gobierno debe ser consciente del aporte que la cadena agroindustrial ofrece a la economía Argentina y, por ello, debe mantener el  reconocimiento histórico dado en los ’90.

Retenciones

En este sentido, es fundamental que se dejen atrás viejos fantasmas, como los de las retenciones a las exportaciones, que durante casi 30 años frenaron al campo y cuya eliminación (junto  la liquidación libre de divisas) generó el despegue de nuestra agricultura en la última década. Un despegue no menor, de 40 millones de toneladas a casi 70 millones de toneladas de granos y otros productos.

Defender lo suyo es no aceptar “políticas de Estado” de precios diferenciales, retenciones, imposiciones distorsivas, tipos de cambio diferenciales (comercial y financiero), tasas de interés altísimas  y cualquier otro tipo de regulación o “intervención” burocrática de los mercados.

Volviendo a lo inmediato, se debe buscar restablecer el normal funcionamiento de los mercados y la cadena de pagos, es urgente !!!. Es una prioridad y obligación de la gestión pública agropecuaria que, en el corto plazo (60 días), se resuelvan los problemas de endeudamiento y financiamiento del sector. Al mismo tiempo, se deben encarar gestiones con las empresas proveedoras e importadoras de insumos y los bancos para acelerar la puesta en marcha de los créditos de la próxima campaña.

A diferencia de otros sectores de la economía, el campo y la producción de alimentos está y no se encuentra con las manos vacías. Por ejemplo, las estimaciones de producción de granos indican que podrían superarse los 67 millones de toneladas de la campaña pasada. Es nuestro deber, como argentinos, que este esfuerzo productivo sea reconocido y se potencie como una fuente de riqueza tanto para el sector como para la  recuperación argentina.

Por ello, quiero destacar que el Gobierno debe mantener los Planes de Competitividad, cumplir con las leyes especiales (forestal, pesca, lanas, tabacos, etc) y generar nuevas herramientas que sustenten el crecimiento del sector para una  rápida  la reactivación de la economía . También, por este motivo, considero muy importante el rol del Instituto Nacional de Semillas (ahora Dirección,  INASE),  el SENASA y el INTA como garantes de una política, sanitaria, de la investigación  científica y de desarrollo biotecnológico, acorde con las demandas de los mercados más exigentes.

No ocultar más los problemas sanitarios

La reaparición de la aftosa, que fue un duro golpe para nuestro sistema sanitario y para el sector de ganados y carnes, nos hizo retroceder a los peores años de la ganadería Argentina. La sanidad animal, debe ser una prioridad, pero nó la única . En los últimos trimestres del 2001 se ha trabajado duro para revertir esta situación, pero en el 2002 se deben multiplicar los esfuerzos para la erradicación definitiva de los focos. El esfuerzo debe ser de todos, los productores y el estado.  De nada sirven las políticas de la chequera fácil. Este tema, el de la aftosa, se debe resolver cuanto antes para recuperar los mercados perdidos.. La sanidad vegetal también es fundamental, no se pueden ocultar los problemas sanitarios, se pierden mercados y lo que es peor se pierde confianza y credibilidad en el mundo.

Mientras se trabaja como un bombero para resolver los problemas de corto plazo, se debe  además elaborar un Plan de Acción a 2 años y pergueñar (¿?) un Plan Estratégico internacional  de largo plazo que ofrezca políticas seguras para el agro y la industria vinculada.  Estas políticas serán la base para una nueva Revolución de las Pampas; solo así, sin voluntarismos vacíos, el país podrá crecer en forma sustentable en lo productivo y agregando valor en lo industrial.

Pensemos. ¿qué distinta sería la realidad del país?, si el campo pudiera superar los U$S 9.000 millones de exportaciones en productos agroalimentarios que se generaron en el 2001; esto hecho  constituye uno de los principales aportes de divisas genuinas al país. Debemos estar convencidos que ante la disminución de inversiones directas del exterior, el rol de la exportación será esencial.

Debemos generar las políticas que promuevan tanto la producción como la exportación, de productos primarios y elaborados; que faciliten la inversión en investigación, tecnología e infraestructura y, que logren un marco de estabilidad y previsibilidad para el desarrollo de la actividad; solo así podremos “cambiar el rumbo” de nuestro país, y volver a instalar la esperanza en un futuro próspero para el campo argentino.

Es condición necesaria que la conducción pública agropecuaria tenga una clara visón estratégica, un conocimiento sistémico de las cadenas de valor,  que se inspire en el interés general, que pueda observar los hechos sin mesquindades subsectoriales, que sepa ver los cambios globales e institucionales, que razone como un científico y que sea sagaz como un buen político y, sobre todo, que pueda actuar rápidamente, en lo micro, para aprovechar las oportunidades comerciales, tanto para los productos pampeanos como los ofrecidos por las economía regionales.

Y es condición suficiente reconocer que el campo es patrimonio nacional y que solo se defiende con  firmeza no abandonando el principio básico que lo sustenta: de libertad de mercados, sin regulaciones caprichosas, arbitarias.  La excepción, está en mantener o ampliar las políticas “activas” de ayuda al pequeño productor en situación de pobreza, principalmente del NEA, NOA y la Patagonia.

Reacción de Roque Fernández

El ministro de Economía lo acusó de avalar las protestas del campo contra la política económica. El nuevo titular del área será Jesús Leguiza, que fue subsecretario de Felipe Solá

Gumersindo Alonso, el secretario de Agricultura que Carlos Menem designó el año pasado para reemplazar a Felipe Solá, duró poco más de seis meses en el cargo. El ministro Roque Fernández lo despidió ayer sin demasiadas vueltas, acusándolo de avalar las protestas del campo contra la política económica del Gobierno. Y lo hizo sin la venia del propio Presidente, quien se enteró de la novedad cuando volaba desde Italia rumbo a Buenos Aires.

Un vocero del Palacio de Hacienda fue el encargado de efectuar el anuncio a media mañana: La medida se produjo por diferencias y cuestionamientos hacia Alonso en el manejo del área, explicó. Y el primer sorprendido fue el ex secretario.

Según dijeron a Clarín fuente cercanas al funcionario, horas antes había conversado con Fernández en buenos términos, y en ningún momento le pidió la renuncia. Con ese argumento Alonso permaneció durante toda la jornada en la sede de Agricultura, sin acatar la decisión de su superior y esperando lo que parecía casi un milagro: que Menem desautorizase a su ministro. Sus leales recién comenzaron a perder las esperanzas cuando a media tarde el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, avaló la decisión de Roque.

Esta discrepancia determina que se necesita otro funcionario, fue la sintética confirmación. Pero recién por la noche el titular de Economía pudo respirar tranquilo. Fue cuando conversó telefónicamente con el Presidente, quien respetó su decisión. Enseguida se elaboró el decreto, de dos artículos: uno acepta la renuncia de Alonso, y el otro nombra a Jesús Leguiza como su sucesor.

Leguiza fue subsecretario de Agricultura durante la gestión de Solá y actualmente es asesor de Roque en economías regionales. La movida sorprendió a la dirigencia rural. El lunes, las cuatro entidades del agro habían postergado el anuncio de un paro nacional a pedido de Alonso, a la espera de una nueva gestión que llevase soluciones a la crisis del sector.

Por eso las peleas palaciegas cayeron mal. Si una persona del Gobierno está tratando de contemporizar en un conflicto producto de una profunda crisis, y como respuesta es removido del cargo, es un mensaje muy negativo, opinó Marcelo Muniagurria, el titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA). Previendo ese malestar, Fernández decidió convertirse en interlocutor directo con el sector.

Ayer convocó al dirigente de CRA y a la conducción de la COPAL, la entidad que representa a los industriales del sector alimenticio, a una reunión. Pero Muniagurria contestó que no iría si la invitación no incluía a todas las entidades del campo. Cuando Roque aceptó esa condición era tarde. Varios ruralistas se encontraban en el interior y el encuentro quedó aplazado para la semana próxima. De acuerdo con algunas versiones, ese día Economía podría anunciar que deja sin efecto el controvertido impuesto a los intereses, uno de los puntos más cuestionados de la reforma fiscal. El titular de CRA, sin embargo, adelantó que aun así será difícil desactivar la protesta. El miércoles que viene anunciaremos la medida de fuerza, amenazó. Además de CRA, de esta ofensiva contra la política oficial participan la Federación Agraria, Coninagro y, por primera vez en diez años de gestión menemista, la Sociedad Rural Argentina.

Este inédito consenso ante la falta de medidas de apoyo al sector es el telón de fondo de la disputa entre Fernández y Alonso. El disparador fue la reunión de Gabinete del jueves pasado, en la que Alonso se coló invitado por el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan. Esto enfureció al ministro, quien discutió con su subordinado y lo acusó de apoyar la protesta rural. Después, con el aval de Menem, el titular de Economía condenó en público las actitudes corporativas de las entidades y acusó a algunos dirigentes del campo de pedir una devaluación.

El vaso rebasó un día después en el terruño de Alonso, la ciudad de Río Cuarto, de la que aspira convertirse en intendente. Durante un acto oficial el secretario habría vuelto a justificar la protesta del agro. Y sus dichos llegaron a oídos de Fernández. Alonso había llegado a Agricultura en setiembre, de la mano del acuerdo que José Manuel De la Sota, su padrino político, tejió con Menem para apoyar su reelección.

Ayer el gobernador electo de Córdoba estaba en Brasil. Pero sus operadores políticos intentaban hasta última hora de anoche dar vuelta una decisión que, a esa altura, ya parecía inevitable.