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Notas y artículos

Un tema siempre vigente: proteccionismo y librecambio

Jesús Leguiza -FEDERAR – 25/05/2007

A tres años del bicentenario de la revolución del 25 de mayo de 1810, el tema de proteccionismo vs. librecambio todavía está vigente. En el año 1974, León Rebollo Paz ha escrito un artículo en el diario La Nación sobre un riquísimo debate parlamentario suscitado en 1876, en oportunidad de discutirse la Ley de Presupuesto para 1877, básicamente el tema de derechos aduaneros.

Este debate es recordado, decía el autor del artículo, por “la jerarquía de los discursos, por la vehemencia en la defensa de posiciones, por la poderosa dialéctica utilizada y por la calidad intelectual con que se trató el tema y, además, con gran amplitud de criterios, al menos hasta ese momento”. Participaron a favor de la libertad de comercio el entonces Ministro de Hacienda, Norberto de la Riestra, que explicó el proyecto del Poder Ejecutivo, apoyado por Lucio V. Mansilla y otros; la otra posición, en cambio, estaba defendida por Carlos Pellegrini, Miguel Cané y Vicente Fidel López. También participaron Marco Avellaneda, Emilio Villafane, y Funes, Alcorta, Madero y San Román.

La Comisión de Presupuesto modificó el proyecto de ley, elevando los derechos de importación a ciertos artículos a los efectos de favorecer la industria nacional (calzados y vestimenta). Es aquí donde se plantea el tema siempre vigente: los derechos de importación con fines de recaudación vs. los derechos de importación confines de promoción de actividades económicas locales. En realidad todo es cuestión de medida y de adecuado equilibrio entre las finanzas del estado y el balance de pagos de un país. En términos actuales, la conjunción de las políticas económicas centrales: la política fiscal y la política monetaria.

Pellegrini informó el despacho de la Comisión e inmediatamente, De la Riestra argumentaba que “en realidad no se protege a la industria nacional sino que es estimula el contrabando” y, por parte, “el proteccionismo, para la incipiente industria local, favorece a mil fabricantes y perjudica a 200.000 personas que deben pagar más caro por los productos que consumen”.

Fidel López se explayó sobre la importancia del trabajo de los habitantes para la creación de la riqueza nacional. Mansilla, por su parte decía: “los países de inmigración, no pueden ser países proteccionistas. aunque admitía el gravamen con fines de renta. Avellaneda, a su vez, sostenía que “todos los pueblos del mundo han empezado por ser pastores, luego agricultores y posteriormente manufactureros. Es la evolución natural, pero que no se produce ni se acelera por medios artificiales”.

Este debate parlamentario ha tenido una repercusión enorme, se comentó durante largo tiempo en los medios de comunicación, en las universidades y hasta la misma ciudadanía participó activamente en las interpretaciones. Lo rescatable ha sido las opiniones ilustradas, de alta calidad aunque con objetivos encontrados.

En realidad todas las posiciones, tanto de ese momento como las discusiones actuales se deben a la búsqueda dinámica de posiciones de equilibrio de las principales variables económicas determinantes de la renta y el empleo, determinantes de la situación crecimiento o estancamiento del país, del Producto Bruto Interno (PBI) y el Ingreso Nacional Neto (INN), sin dejar de pensar que se vive en un mundo interrelacionado con intercambios comerciales y financieros múltiples y concurrentes entre distintos países.

En la actualidad el proteccionismo está vigente en la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea y de Estados Unidos, frente al resto de las economías del resto mundo o emergentes para evitar que, con mano de obra y costes más baratos, la agricultura o agroindustria, por ejemplo, y hasta la misma industria manufacturera pueda competir libremente. Este es uno de los debates abiertos en la Organización Mundial del Comercio (OMC), toda vez que tal nivel de protección impide el desarrollo de las economías más pobres, tema vigente casi 150 años después de la discusión parlamentaria del Proyecto de Ley de Presupuesto para 1877.

Infraestructura agropecuaria

Ámbito Financiero, 10/02/06

Jesús Leguiza . “Fundación de Estudios de Desarrollo Económico Regional de Argentina”(FEDERAR)

La Argentina dispone de una superficie continental de 2,7 millones de km2, o sea 270 millones de hectáreas. La producción puede crecer mucho más, dado que alrededor de 180 millones de hectáreas tienen aptitud agropecuaria y forestal. En materia de cereales y oleaginosas se puede superar tranquilamente las 100 millones de toneladas en el corto plazo, en no más de 5 años; y, en materia ganadera, existen disponibles 90 millones de hectáreas con pasturas naturales para albergar a la ganadería y al crecimiento de la misma. En poco tiempo no se puede aumentar el stock ganadero, pero puede mejorar la eficiencia de la cría y producción de terneros con un adecuado manejo: un 20 % más de terneros implica 1,5 millones de toneladas de carne por año. Por otra parte, millones de toneladas de maíz y otros granos se pueden convertir en cientos de miles de toneladas de carne de cerdo y de aves. Los gobiernos deben acompañar este posible crecimiento con obras de infraestructura, es lo único que se necesita y es lo que único que deben hacer para el campo, además de cumplir con las leyes sanitarias. Claro está, por otra parte, que deben sacar los pies de encima de la pampa húmeda, es decir las retenciones a las exportaciones, inventadas de Krieger Vasena en 1967 y aplicadas por varias administraciones débiles de ideas. Existen más de 30 millones de hectáreas aptas con la agricultura moderna, cada vez más tecnificada y eficiente. Otras 15 millones de hectáreas están listas para la forestación; hoy solo existe cerca de 1 millón de bosques implantados sumados a los 36 a 40 millones de bosques nativos. Y, por si fuera poco, todavía quedan unas 6,5 millones de has de tierras buenas sin utilizar.

Áreas de riego

Dentro de estás grandes cifras, existe más de 1,6 millones de has con irrigación, de las cuales se utiliza solo el 50 % y, la mayoría, con sistemas de riego tradicionales; el 70 % corresponde a zonas áridas y el 30 % a zonas húmedas. Similares porcentajes corresponden a la gestión pública y al ámbito privado respectivamente. La producción de frutas y otros productores regionales puede duplicarse. En materia de administración de aguas, se necesita profundizar el trabajo sobre dos ejes principales. En el eje andino se deben recuperar los sistemas de irrigación y usar nuevas tecnologías (riego presurizado, por goteo, etc). El total de hectáreas con riego representa solo el 30 % del área susceptible de ser regada en todo el país. Dentro de esta superficie, existen problemas de salinización en unas 500 mil hectáreas. De los acuíferos se extraen anualmente más de 10 mil millones de m3 de agua por año, el 66 % es usado por la ganadería, el 25 % se usa en la agricultura y el resto se destina al uso industrial y consumo municipal. Uno de los problemas más serios que tiene Argentina es la contaminación de estos acuíferos.

En el oeste cordillerano abundan las obras de infraestructura para el manejo del agua, pero falta agua; y, en el este del país, el litoral, sobra agua pero faltan obras de infraestructura, no solamente para drenar y evitar los males de las inundaciones sino para incorporar más tierras al proceso productivo sin deforestar. En ese eje del litoral, lo más importante, además del drenaje de vastas zonas, es la profundización de los causes, la ampliación y el mantenimiento de la principal vía navegable de Latinoamérica, el Río Paraná; “la Hidrovia Paraná-Paraguay (HPP) conecta a Bolivia y Brasil con el Río de la Plata. La Hidrovía tiene una extensión de más de 3.400 Kms navegables y 250 Kms más hasta el ingreso marítimo, desde Puerto Cáceres (Mato Grosso-Brasil) hasta Nueva Palmira (Uruguay). En la zona norte de esta gran vía de comunicación conformada por el Río Paraguay, el Canal Tamengo, el Río Paraná y sus afluentes, transitan alrededor de 500 embarcaciones al mes, barcazas y remolcadores que se caracterizan por tener gran capacidad para el transporte de carga masiva hasta 18.000 toneladas en un solo convoy (*)”. Aguas abajo, aumentando el calado podrían transitar los Panamax con más carga. Esta es la verdadera “vena abierta de América Latina”, por donde tiene que drenar gran parte de la producción de granos de esos países y convertirse en aceites y otros subproductos en las cercanías de Rosario, ciudad a la que la falta mejorar la circunvalación y el acceso a los puertos. El futuro está en esta región central que ya es el polo de procesamiento de soja más moderno, eficiente e importante del mundo..

Caminos y electrificación rural

Tierra adentro, en el interior de las provincias, falta mejorar los caminos rurales y extender las redes de electrificación rural, entre otras obras de infraestructura. Varias provincias del noreste están haciendo estas obras con apoyo de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, a través del Programa de Servicios Agropecuarios Provinciales (PROSAP); una tremenda línea de financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BIRF) que se inició en 1997 con 336 millones de dólares, luego en el 2003, el BID amplió en otros 200 millones más y seguramente, en breve plazo, el BIRF no se quedará atrás con otra cifra similar.

A nivel regional los problemas de infraestructura, desde el punto de vista de la producción, son similares aunque difieren en prioridad: caminos rurales, energía rural, riego y drenaje, control de inundaciones,manejo y legislación del uso del agua subterránea, cuidado de los suelos y de los bosque naturales.En materia de infraestructura para el hábitat y la calidad de vida de los pobladores del campo las prioridades son: el acceso al agua potable, viviendas, centros de salud, escuelas y más acceso a la red de internet. Los hogares rurales superan los 2 millones de viviendas, solo un 45 % tenía energía eléctrica a mediados de los 90. En la pampa húmeda las prioridades son los desagües, el control de inundaciones, caminos y electrificación rural. En el NEA las necesidades son más caminos rurales, control de inundaciones y distribución rural de energía eléctrica; en el NOA el tema principal es salvar la obsolescencia de los sistemas de riego y, también, la falta de caminos rurales. En Cuyo, que depende de la sana administración del agua, se deben modernizar y extender los sistemas de riego, controlar el revenimiento y la salinización; y, en la Patagonia, lo mismo, faltan redes de caminos, electrificación rural y riego. Caminos y electrificación rural son el factor común: obras típicamente keynesianas, sencillas, que ocupan mucha mano de obra local y poca inversión.

Existe una red terciaria de más de 550 mil km lineales, de los cuales, el 27 % dispone la provincia de Buenos Aires, el 23 % Santa Fé y el 10 % Córdoba. El 40 % restante está distribuido entre las otras provincias. Los productores, en muchas provincias pagan tasas viales, pero ni siquiera tienen malos caminos. Los vasos capilares de la producción con los mercados son justamente los caminos rurales y la red más importante de drenaje, es justamente la que está a la vera de los caminos. El crecimiento de éstos debe ser exponencial, así como fue el crecimiento de las vías de ferrocarril; en 1865 teníamos solo 700 kms de vías férreas y 30 años después superamos los 30 mil kms. También es necesario integrar importantes ramales para aumentar la carga y el transporte por este medio, sobre todo el Ferrocarril Belgrano para atender la gran zona del chaco-oranense del NOA.

Las redes de electrificación rural satisfacen las necesidades de múltiples actividades productivas: plantas de acopio, frigoríficos, criaderos y sirven para difundir masivamente el boyero eléctrico, sencilla tecnología que permitirá revolucionar la eficiencia de la ganadería. Misiones, Chaco y Entre Ríos optaron seriamente por extender sus redes eléctricas a nivel rural. La electrificación rural permitirá aumentar las áreas irrigadas actualmente con aguas subterráneas a un costo menor porque se dejará de usar gas oil. Además está comprobado que existe una relación inversa entre estas redes (caminos y electricidad) y la pobreza rural. A mayor infraestructura, menor pobreza. Por otra parte, Mendoza, San Juan y Chubut optaron por mejorar sus sistemas de riego. La agricultura argentina va por más y está mirando nuevas tierras. Además, la ganadería de cría, recría y algo de engorde se intensificará también en nuevas tierras.

Los límites del crecimiento

Las producción del país, tanto enmateria de granos como de carnes, no tiene límites, solo los que impone el Estado Nacional con sus políticas retrógradas de retenciones y algunos ideólogos decrépitos y nostálgicos de la sustitución de importaciones. Pero no bastó con eso, ahora el Ministerio de Economía quitó los reintegros a las exportaciones, que no son premios, sino simplemente la devolución de los impuestos indirectos que pagan los productores y las agroindustrias. Desde que se creó el GATT (Acuerdo General de Comercio y Tarifas), ahora OMC, no se deben exportar impuestos. Las retenciones, que no reciben las provincias, obligaron al gobernador bonaerense a proponer el aumento del impuesto inmobiliario rural, pero recibió la protesta de todo el campo; aunque él tenga la fuerza de una ley para aumentar el impuesto inmobiliario, no tiene peso propio para imponerse a fin de que se eliminen las retenciones que son el verdadero problema, el mayor impuesto distorsivo que existe y la causa presente del atraso del desarrollo futuro; es lamentable para todo el campo argentino, y principalmente, para la pampa húmeda. Por lo menos, el 80 % de las retenciones, mientras existan, se deben utilizar a mejorar la infraestructura de puertos, el acceso a los mismos, las rutas y caminos rurales, electrificación, riego y drenaje. El gobierno debe observar con atención los problemas que se manifiestan en el campo y desde el campo, ellos porque ellos esconden grandes oportunidades.

Ganados, carne y política

Ámbito Financiero, 01/02/06

Jesús Leguiza . Fundación Federar

Desde el Gobierno se ha dicho recientemente que “el sector ganadero no invierte desde hace 30 años”.  La Sra. Ministro está en lo cierto, pero cometió una transgresión en el uso del lenguaje: una supresión. No mencionó la causa o las causas del estancamiento sectorial. Una verdad a medias es una mentira completa. La historia remarca, de manera insoslayable, que el estancamiento de la ganadería se debe justamente a las intervenciones arbitrarias y chapuceras del Estado.

La ganadería está ligada a la historia de económica del país, mejor dicho el desarrollo económico de Argentina está ligado a la ganadería. Primero las vaquerías, luego los saladeros, la producción de tasajo, el charque. A fines del siglo XIX, con la aparición de la técnica del frío y del buque francés “L’ Frigorifique”, se realizaron las primeras exportaciones de carnes a Europa. La revolución del alambrado, no fue acompañada con la canción “A desalambrar” del uruguayo Daniel Viglietti.  En sociedad con la incipiente economía industrial inglesa se construyeron los puertos y los ferrocarriles, todo para exportar carnes. Después vinieron los granos.

En los años 30 tuvimos el gran debate de las carnes, el famoso pacto Roca-Ruciman fue para mantener una porción del mercado externo cuando la Corona inglesa dió preferencias de los países del Commonwealth; las acaloradas discusiones de Lisandro de la Torre; la muerte del Senador en el Congreso Nacional, etc.  Se creó la Junta Nacional de Carnes (JNC) y la Corporación Argentina de Productores (CAP). En el primer gobierno de Perón aparecieron, de manera abrupta, las intervenciones directas del Estado con el IAPI. A medida que pasaron los años, el Estado se fue enrollando, cada vez más, en su ambición de “intervenir los mercados” bajo el prurito superficial de que la mano invisible de Adam Smith no puede solucionar las “imperfecciones” del mismo y en la creencia que un grupo de burócratas saben más que millones de consumidores y cientos de miles de productores.

Las intervenciones del Estado, excepto la regulaciones técnicas de tipificación y de promoción de la ex Junta Nacional de Carnes, todas han sido desastrosas: vedas, precios máximos, cuotas, retenciones, registros, etc. Por ejemplo, la veda de los viernes de 1952, la veda de dos días a la semana en 1962; la veda de dos semanas en 1972. También en los años 1968, ‘70 y ‘71 aparecieron las cuotas de faena. De las retenciones ni hablar y los precios máximos, en varias oportunidades, mostraron exceso de voluntarismo y nada de habilidad. Todas estas medidas ocasionaron desabastecimiento, mercado negro, baja de calidad y aumento de precios; y, cuando no, corrupción o mercados cautivos para algunos empresarios de la “industria nacional” como sucedió ahora con los lácteos. ¿Bajaron los precios de los lácteos?.

En la actualidad, con igual grado de precariedad conceptual, aparecieron los kilos mínimos de faena con el resultado igualmente desastroso, de tal forma que hubo que prorrogar y/o modificar varias veces la Resolución Nro. 645/05 de la SAGPyA. Los efectos iniciales fueron contrarios a los pretendidos, subió más el precio del ganado y de la carne. Se frenó la venta de terneros pero aumentó la venta de vaquillonas (futuras madres). No se puede acusar de avaros, especuladores o abusadores a los ganaderos; esto es lo mismo que enojarse con el termómetro cuando uno tiene fiebre. La inflación no podrá ser controlada con la histeria de intervenir el mercado de ganados y carnes, aunque sea con un registro para otorgar permiso a los exportadores. Más permisos más corrupción. La inflación tiene otras causas, las cuales han sido varias veces explicadas en esta misma columna. El ganadero no tiene nada que ver y los acuerdos de precios no pueden garantizar nada, excepto por el congelamiento de salarios que la UIA, seguramente, suscribirá por un lapso de 5 a 10 años para “acompañar” al Gobierno y garantizar la estabilidad monetaria y el bienestar de los consumidores.

Ante estos mensajes intervensionistas, con la habilidad de hacer bien las cosas malas y hacer mal las cosas buenas, el Estado nuevamente se confunde y hace confundir a la máxima autoridad del país, el Presidente. El ganadero argentino, no fija precios, el mercado de Liniers representa solo un pequeño porcentaje del mercado de ganados, el ganadero no pertenece a un sector que concentró riqueza en los ’90, no existe más la oligarquía vacuna y terrateniente, Vélez Sársfield se encargó de ellos. Por el dólar alto los grandes frigoríficos pasaron ahora a manos extranjeras. Lo lamentable es que se pretenda anclar en el inconciente colectivo la idea de lucha entre pares, la sociedad (los consumidores) contra los ganaderos, como si estos no formaran parte de la sociedad ó cómo si éstos no hubieran votado al actual Gobierno. No alcanzaran los piqueteros para abrir las puertas de 200.000 tranqueras distribuidas en todo el territorio, desde la Quiaca hasta las cercanías de Ushuaia. Nadie es más genuino cuidador del territorio nacional que los ganaderos argentinos, pero lamentablemente están dispersos y no tienen a nadie quien los cuide. El abigeato y los robos en los establecimientos rurales son el pan de cada día,pero de los ladrones.

Señores, lo importarte es la promoción estatal y políticas regionales activas para la producción de bovinos y, por ende, de más carne vacuna y exportación de éstas. Es muy sencillo lo que se necesita: a) que el Estado no se meta en los mercados; y, b) que el Estado no cobre impuestos demás: al patrimonio, a los bienes personales, el inmobiliario rural, renta presunta, tasa vial para caminos que no sirven. Cuatro imposiciones gravan el mismo bien. Que actualice el mínimo no imponible de Ganancias. Con 100 mm de lluvia no se puede enviar hacienda a los mercados; esto no es especulación del ganadero, es ineficiencia del sector público para mantener caminos. La mayoría de los municipios transformados en “cuida precios”no hacen su trabajo: cuidar los caminos rurales.

El hecho que el stock ganadero no haya crecido, no quiere decir que no ha habido inversión en el sector; a pesar de la intervención del Estado hubo mucha inversión en la actividad. El rodeo a pesar de ser similar en cantidad es de muchísimo mejor en calidad. Se puede mejorar el porcentaje de preñez, de parición, de destete. Se puede mejorar el manejo del rodeo y las pasturas. La ganadería dió espacio a la agricultura y ocupó nuevas tierras.El negocio de la cría y el engorde es de rentabilidad baja, igual o un poco más que una caja de ahorros o un plazo fijo en una economía sin inflación. Un ganadero mediano, gana menos que un empleado público jerarquizado. La única ventaja que tiene la ganadería, en épocas de inflación, es que el precio se ajusta casi automáticametne, como un valor indexado. Pero aquí el Estado no puede decir mucho, ni criticar, porque él mismo promociona los nuevos bonos en pesos ajustables por CER. Éstos son cuasi los Valores Nacionales Ajustables (VANA) de mediados de los ’70 (con ellos nació la famosa frase “bicicleta financiera”). Lo que se está haciendo es indexar parte de la economía y eso sí es echar leña al fuego, es soplar sobre las brasas de la inflación. Además, del aumento del gasto público y del aumento de la oferta monetaria.

Ha sido oportuno y hasta leal de parte de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) no haber firmado el Acuerdo exigido por el Gobierno, que de por sí es incumplible por parte del mismo Ministerio de Economía y Producción. No podrá garantizar siquiera el primer punto de su compromiso (VI – item “a”): “Contribuir a la estabilidad macrosectorial a los efectos de evitar aumentos significativos en los componentes de costos de las empresas”Uno se pregunta: ¿no habrá aumentos de impuestos, de salarios, de tarifas, de tipo de cambio, de combustibles, etc?. Un poco arriesgado o demasiado improvisado. El ganadero o cualquier otro productor agropecuario, ¿pidió la devaluación, pidió la pesificación, mantiene el tipo de cambio a más de 3 pesos?. No tiene lógica comprar insumos importados a 3 y vender el producto a un dólar de 2,4 pesos; la incongruencia no es suya. Si el Gobierno comprende esta situación, este reclamo, seguro que podrá contar con los ganaderos y demás productores del campo y sus dirigentes. Hace falta un poco de consideración, de respeto y de comunicación más directa.

Avanzar y no perder el rumbo

Ambito Financiero, 14/12/05

Jesús Leguiza- Fundación Federar

Como decía un amigo, “no soy de izquierda ni de derecha, y del centro, estoy muy lejos”. Esta frase jocosa encierra un gran sentido común, sobre todo, en estos días en que la “mayoría” de las personas son de centro izquierda, aunque pronto serán de centro derecha; maniqueísmo para quedar bien, sin saber con quién. En realidad se necesita tener una visión en perspectiva y no defender posiciones tomadas. Argentina debe mirar hacia delante porque la salida está adelante, en el tiempo y en el espacio. No en los quiebres de la historia, ni en la ilusión perdida, tampoco en el desprecio o en la agresividad atascada en el vientre del resentimiento. Todos debemos cambiar el estado de ánimo, debemos buscar paz y, de la resignación, saltar a la ambición y al optimismo, solo así podemos recrear nuevos objetivos de crecimiento y bienestar general.

Cuanta razón ha tenido Armando Tejada Gómez cuando afirmó, en una estrofa del poema La Veleta y el Viento,: -“Como el mundo es redondo se aconseja no situarse a la izquierda de la izquierda, pues por esa pendiente, el distraído suele quedar de pronto a la derecha”-. Al poeta solo le faltó escribir que la salida estaba adelante, desde la perspectiva del querer ser, pero no como la veleta, siempre en el mismo lugar y girando para donde corre el viento.

Hemos vivido durante más de 70 años yendo para atrás, esto no es un juicio sin fundamento, es una afirmación incuestionable. En 1930 entramos en la etapa de recurrentes crisis políticas y en los ‘50 entramos en las permanentes crisis económicas. Cuando llegamos a la pubertad de nuestra historia empezamos con el jueguito pendular de saltar de izquierda a derecha; fue en ese momento cuando dimos prioridad a las emociones por pertenencia y a la toma de posiciones inflexibles, allí comenzamos a perder. Perdimos el rumbo y dejamos de ir hacia delante. Entramos en crisis y no salimos más. Dicen que la palabra crisis viene del griego y quiere decir elegir. Ahora es el momento de elegir, ser viento o veleta.

Cada uno de nosotros debemos tomar una brújula y apreciar que el norte está siempre está adelante, en el frente; a partir de allí podremos elegir el camino a seguir, aunque tengamos el viento en contra, lo importante es saber a dónde queremos llegar.

Se pueden rescatar cosas del pasado, pero solo las que sean funcionales para el futuro. Cuando nuestros antepasados se pusieron de acuerdo, con la Constitución de 1853, luego de las guerras interiores, entre federales y unitarios, entre el interior y el puerto, entre la economía abierta y la economía cerrada, Argentina encontró el norte, allá por 1880. Durante 50 años transitamos el camino de la consolidación como un país con posibilidades ciertas de ser líderes en el mundo. España, Italia, Francia, Polonia, etc. estaban en la lona, expulsaban población.

Sin embargo, no nos dimos cuenta que a mediados de los años 50 el mundo empezó a cambiar, fue cuando el número de empleados de saco y corbata superó en cantidad a los obreros de mameluco azul en EEUU; cambio que se aceleró con la crisis del petróleo de principios de los, ahora nostálgicos, años ’70. No podemos perder el rumbo nuevamente, debemos entender que el norte marca la Organización Mundial de Comercio (OMC), el norte marca la demanda de alimentos de China, India y otros países del sudeste asiático que albergan a más de la mitad de la población mundial y lograron su norte hace más de 20 años. Hoy China dirige la batuta, así como Inglaterra fue nuestro mejor socio y consumidor hasta los años 30. ¿Quienes invirtieron en los ferrocarriles, en la energía, en los subterraneos, en nuestro desarrollo y todo a partir de la industria frigorífica?. Hoy más del 60 % de las exportaciones chinas son realizadas por empresas de capital extranjero radicadas allí. La base del perfil industrial de Argentina está en la industria de los alimentos, es nuestra naturaleza, no debemos sentirnos acomplejados porque tenemos ventajas en la producción y exportación de granos o carnes. Podemos duplicar la producción, pero el Estado debe sacar los pies de encima de la pampa húmeda y debe poner los huevos en la canasta de las economías regionales, que también tienen futuro, pero no con retenciones, kilos mínimos de faena, políticas improvisadas, desorientadas y desorientadoras.

Tanta confusión existe, que hasta los ganaderos aceptan no subir el precio del ganado. Esto es lo mismo que, en un hospital, se obligue a los enfermos acordar un pacto para que la fiebre no les suba. No señores ganaderos, no se confundan o no se dejen confundir; el problema no es de ustedes ni lo generaron ustedes. El precio de la carne vacuna contenido en la canasta de productos del índice de precios al consumidor (IPC) incide en un 4,513 % y, para que la inflación aumente el 1 % al mes, el precio de la carne debe crecer más el 22,37 % en las carnicerías en ese mismo mes. En relación al comercio exterior, el dilema instalado entre consumo interno o exportar es falso, y los mayores confundidos son representantes neófitos de las ligas de consumidores. Por ejemplo, el precio de los cortes traseros frescos (los que se exportan) inciden en un 1,666 % en el mencionado índice, de manera que el preció de exportación en dólares debe elevarse en el 60,62 % para que la inflación interna aumente un punto o que cantidad exportada aumente en la misma proporción. La inflación no es el aumento del precio de la carne, la leche o de otros productos alimenticios; es el aumento generalizado y sostenido del nivel general de precios de toda la economía. El índice de precios al consumidor, uno de los indicadores oficiales del nivel de inflación, está compuesto por más de 150 productos/servicios, agrupados en 9 rubros: alimentos y bebidas, indumentaria, vivienda, transporte, atención médica, esparcimiento, educación, etc. El problema no es microeconómico, es macroeconómico.

De nada sirven herramientas microeconómicas, como los acuerdos de precios sectoriales, las retenciones a algunos productos, amenazas por excesos de rentabilidad de las empresas o negocios. Justamente el crecimiento económico del que se alardea tanto tiene su fuente de explicación allí. ¿Qué se hará con el aumento de todos los otros precios, tal como está sucediendo, poner retenciones al precio del subte, poner retenciones al precio de la energía eléctrica, poner retenciones a la cuenta del restaurant, del taxi o del médico?. La salida está en mirar hacia delante, comerse los aumentos, debemos ser francos con la población y decir que la inflación fue provocada y no precisamente por este gobierno ó como ya se propuso en esta columna la salida está en importar carnes para contener el aumento de precios de ese producto, no de todos los otros bienes y servicios. El problema de la inflación no es que suban todos los precios, el problema es que suben a velocidades diferentes y ocasionan cambios en entre ellos (precios relativos). Por ejemplo el salario caro en términos de dólares de la década del ‘90 ya bajó con la devaluación del 2002. y la inflación de los últimos tiempos.

El germen, la causa, se instaló con la megadevaluación y el desencadenante fue la política de mantener el tipo de cambio alto: Los pocos y justos aumentos salariales solo fueron el gatillo. No obstante, es responsabilidad de este gobierno evitar políticas fiscales y monetarias expansivas que empujen más a la demanda agregada. El presupuesto, que es parte de esa demanda agregada, es una herramienta macroeconómica y no debe aumentar en el 2006; sino se estará echando más leña al fuego y luego la carne saldrá chamuscada, quemada. Cosa de gallegos perdidos en la trampa de ser el viento o la veleta. Lo que debe aumentar es la inversión interna bruta fija privada, nacional o extranjera, solo así habrá un real aumento de la oferta agregada y se evitará la inflación.

La inflación se estuvo cocinando a fuego lento en los últimos 4 años

Ámbito Financiero, 29/11/05

Jesús Leguiza – Fundación Federar

El aumento del precio de la carne o del ganado, como el inexorable aumento de los precios de la mayoría de los bienes, exportables o nó, se debe a la devaluación de enero del 2002. Hasta ahora la inflación ha sido exitosamente contenida por una política monetaria, que durante casi 4 años, logró un adecuado pass-through (salida no traumática de la megadevaluación descontrolada). Los promotores de la devaluación y pesificación asimétrica, siguiendo al pie la letra de la “Argentinidad al palo” de la Bersuit Vergarabat, lograron mantener los salarios por el piso. Solo unos justos pero insuficientes aumentos por decreto sirvieron para desencadenar el proceso inflacionario.

El precio de la carne o del ganado en pie y su influencia en el índice de inflación acaparó la atención de todos los medios de comunicación. Lo sorprendente ha sido cómo se trató el tema en un programa de televisión la semana pasada: Luciano Miguens, Presidente de la Sociedad Rural Argentina, tuvo argumentos válidos y afirmaciones correctas, aunque nadie tiene una línea directa con la verdad. Un respetable invitado, muy vehemente y que defendía a los consumidores, hablaba desde la emoción y sin fundamento alguno; sus quejas eran solo contra los síntomas. La diputada Alarcón, por Santa Fe, desnudó sus intenciones con solapados enojos hacia Miguel Campos. ¿Querrá ser Secretaria, ahora?. Por último, Raúl Rivara, el ministro de la provincia de Buenos Aires, fue el único que hizo algo en los últimos meses con el plan ganadero provincial, aunque no lo supo rescatar ni validarse a sí mismo en la pantalla chica. El que sí previó el tema, aunque no aceptaron sus propuestas, al menos por ahora, ha sido el Subsecretario Javier de Urquiza, cuando en el año 2003 diseño el plan ganadero nacional. Tenía costo fiscal, pero infinitamente menor a los subsidios explícitos o implícitos que hoy se otorgan. Ya en ese momento era obvio que el tipo de cambio alto generaría una mayor demanda externa.

A fin de colaborar con el entendimiento y/o comprensión del tema se rescata un párrafo del artículo publicado en esta columna, “Si a la retención, pero de Vientres”, del mes de abril de este año: “Se debe promocionar el aumento del stock ganadero mediante mecanismos de incentivos y no de castigos económicos. En Argentina, es un secreto a voces, faltan entre setecientos mil y un millón de terneros. ¿Qué hacer para aumentar la oferta de terneros?. La respuesta es Sí a la RETENCIÓN, … pero de VIENTRES”. Y, en otro artículo del mes de julio, ”Otra vez retenciones, qué mala leche” se resaltaba la inutilidad de la medida: “Aumentar las retenciones a las exportaciones de productos lácteos, es castigar a la actividad productiva que tanto se dice promocionar con la política del dólar alto. Sin ninguna duda se está actuando sobre el síntoma, no sobre la causa; se actúa con fundamentos precarios para tomar decisiones sumarias. La causa real de los aumentos de precios son los efectos tardíos de la devaluación del 2002 y la política de mantener el dólar alto”. Las evidencias están a la vista, mejor dicho, en el bolsillo de los consumidores.

Se mantendrá la presión alcista en los precios, porque el problema es de oferta, con el agravante que ahora se induce a la matanza de vaquillonas (llegó a costar más de un dólar el kilo vivo en el Mercado de Liniers), todo lo contrario a una política de retención de vientres, que es la solución seria y de largo plazo. Realmente los aumentos de precios son síntomas de un problema mayor: los efectos tardíos de la abrupta y descontrolada devaluación del 2002.

No existen dudas, que a partir de enero del 1995 (MERCOSUR-OMC) y dado el déficit fiscal, hubo que aplicar una política cambiaria denominada «crawling peg», petit devaluaciones, para salir de la convertibilidad con suavidad. Recién ahora se están manifestando los cambios de precios relativos de toda la economía. Esto es todo y los culpables no son los apuntados (ganaderos, frigoríficos, abastecedores, carniceros, supermercados, etc). Surgen mitos, creencias, falsas premisas, dilemas y resentimientos expresados a los gritos contra cualquiera. Contra el capital, los “ganaderos terratenientes”, “la oligarquía vacuna” y/o los “parásitos intermediarios de siempre”. Este mismo mecanismo de razonamiento se instalará en la conducta de la mayoría de la población y, por expectativas, terminarán subiendo más los precios de todos los bienes de la economía.

Ahora, ya es tarde. Con más retenciones no se solucionará el problema. Las importaciones son el camino para esta “emergencia” anunciada hace tiempo. Con solo importar 400.000 tns de carne durante el siguiente semestre se bajará la presión en los precios de la carne, no de los otros bienes. Es más se puede importar cuartos delanteros baratos y exportar cortes más caros en forma permanente y cumplir con los contratos. Negocio redondo, concreto y sencillo.

Recordemos que la inflación es el termómetro de la economía y que imponer precios máximos, vedas o retenciones es lo mismo que poner paños de agua fría al paciente afiebrado. No hay ningún problema para que el país de la carne importe carne. Costará unos 700 millones de dólares traer carne sin hueso de países vecinos o de otros lugares. Solo se necesitan adecuados controles sanitarios en los frigoríficos de origen. Así, también se evitará la entrada de vaquitas sin “pasaporte” por las fronteras secas tal como ocurrió en el año 2000.

Realmente esta medida es más eficiente que mantener el tipo de cambio artificialmente alto, costo que terminan pagando los consumidores con la inflación inducida para que la industria nacional, promovida y sobreprotegida, sea «competitiva». ¿A cuánto asciende el subsidio a los ferrocarrilles?. ¿Cuánto representa el subsidio implícito a la “industria nacional” de tener un dólar alto.

El Ministerio de Economía de la Argentina, hasta ahora, ha sido la mejor oficina de promoción de inversiones agropecuarias de Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia. Los productores argentinos invirtieron en miles de hectáreas de soja en esos países que no tienen retenciones. Seguramente invertirán en el desarrollo de la ganadería fronteriza. ¿Para qué se creó el Instituto para la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), si solo recibe señales contradictorias e incongruentes.