El Campo y el Bicentenario para Ámbito Financiero

A poco tiempo de cumplirse el Bicentenario de la Revolución de Mayo, 4 años es nada, se propone esta nueva columna para el diario;  es una idea nacida un año hace un atrás, momento en que escribí un artículo sobre el tema para el diario “La República” de Corrientes. El mismo fue, sin pensar, el primer paso de esta serie de notas que tratarán de reflejar los principales hechos y actores del agro argentino en estos largos años de vida independiente. Argentina pudo convertirse en un proveedor importante de alimentos, aunque con conducta de adolescente. Muchos gobiernos tomaron actitudes anticampo, gobiernos que no supieron ni saben mirar más allá de sus propios ombligos, la próxima elección; no saben pararse arriba del caballo para mirar, para ver más lejos en el horizonte. El país es realmente adolescente en términos relativos, sobre todo, comparando con la historia de la China, Egipto o Italia, epicentro del Imperio Romano; un adolescente, que ha tratado y trata de solucionar problemas de adultos con herramientas de niño.


La agricultura en el Virreinato del Río de la Plata

Ambito Financiero – 08/jun/2006

Jesús Leguiza
Fundación Federar

Los incas, calchaquíes, diaguitas y guaraníes ya cultivaban la tierra antes del descubrimiento y conquista de América; ellos tuvieron su propia revolución agrícola. Todavía existen vestigios de las obras que construyeron los primeros para regar los cultivos venciendo zonas áridas, desiertos, quebradas y punas; desde el norte del Perú hasta Cuyo todavía hoy se pueden observar ruinas arqueológicas de diques, canales y acueductos para regar cultivos como el maíz, la quinoa, papas, camote, ajíes, tomates, entre otros. Muchos cultivos fueron llevados de zonas tropicales y domesticados en las serranías y en las alturas. Ya usaban técnicas de fertilización con guano traído de la costa del pacífico. El maíz y sus cientos de variedades era cultivado en toda la región andina y el algodón la mandioca (yuca) y el tabaco eran cultivados en el chaco paraguayo.

Los guaraníes, cuya influencia se extendía desde el noreste argentino hasta el río Orinoco, pasando por Mato Grosso y la cuenca del Amazonas, se enriquecieron con las enseñanzas de los misiones jesuitas quienes, por su parte y en las diferentes localizaciones de sus reducciones (municipios): Corrientes, Misiones, Paraguay y sur de Brasil, contribuyeron en crear sistemas muy avanzados para la cría del ganado y la domesticación de cultivos. Con los guaraníes se creo un sistema de producción, consumo y exportación comunitaria, con un régimen de propiedad especial: las grandes extensiones eran sociales y las familias podían tener su huerta propia. Los jesuitas, que llegaron en 1609 y fueron expulsados en 1767 realizaron, junto a los guaraníes, uno de los mayores emprendimientos de vida comunitaria de la historia.

Los aborígenes de las pampas, como también otras tribus del sur, eran solo recolectores, cazadores y pescadores: matacos, comechingones, querandíes, tehuelches, onas y yámanas (los nómades de los mares).

Las primeras vacas

Cuando los conquistadores españoles llegaron, no existían animales domesticados, salvo las llamas, alpacas y vicuñas de los incas o los pavos de los aztecas. En América no existían los vacunos, equinos ni los ovinos. Los primeros vacunos llegaron al Paraguay por Brasil y a Santiago del Estero por Santiago de Chile. Juan de Garay transportó los primeros 500 vacunos desde Asunción para la segunda fundación de Buenos Aires. También, en 1588, Juan Torres de Vera y Aragón, desde el mismo lugar, lleva vacas y toros para la fundación de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, hoy ciudad de Corrientes. Esos animales eran de raza andaluza o ibérica con grandes astas.

La región del Litoral contaba con los estratégicos puertos de Santa Fe, Corrientes y Asunción, tenían una ubicación privilegiada en la enorme llanura y una vía natural de comunicación fluvial excepcional, el río Paraná; también hubo un importante comercio interno: las mulas nacían en el Litoral, se criaban en Córdoba o Tucumán y se vendían, a través de Salta, para ser utilizadas en el Alto Perú. El ganado vacuno, en principio cimarrón era cazado (vaquerías) para el aprovechamiento del cuero; luego para la producción de charque y de tasajo para alimentación de los esclavos. Los límites de las propiedades eran naturales y, en un momento, fue necesario el rodeo, como también la marca. La primera marca a fuego, registrada en los archivos del Cabildo de Buenos Aires según la cátedra de Producción Bovina de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Río Cuarto, ha pertenecido a Francisco Salas Vidella. Con la marca a fuego, que todavía subsiste, comenzó la necesidad de delimitar las propiedades y, en diciembre de 1608, el mismo Cabildo inició trabajos de medición, amojonamiento y registro de propiedades que da nacimiento a la estancia.

Mucho después surgen los saladeros, primera industria de manufactura, que aprovechaban el sebo y la grasa para la fabricación de velas y de jabón. El primer saladero se radica en la Banda Oriental y, en 1768, se construye el primero en la ensenada de Barragán, propiedad de Agustín Wrigth.

La agricultura era prácticamente inexistente, algunas chacras se encargaban del abastecimiento de las nacientes ciudades y el Cabildo fijaba el precio de los cereales (trigo) y controlaba las ganancias de los labradores. Son las primeras intervenciones del “Estado” en la economía.

Durante el Virreinato la economía fue el reflejo de lo que sucedía en el mundo, principalmente en Europa, reflejo y respuesta a la segunda globalización. La situación, constituía en ese entonces, una oportunidad dada por el centro hegemónico, España, Inglaterra, Francia, y por la periferia, territorios conquistados, para la provisión de alimentos, proteínas y grasas, aunque el principal producto demandado era el cuero. Las carnes (charque y tasajo) se destinaban para alimentación de los soldados en campaña, a los trabajadores de las minas del Alto Perú, a los obreros de las fábricas textiles o de las minas de carbón de Gran Bretaña y a las mismas tripulaciones de los barcos. También para satisfacer las necesidades de los esclavos de Brasil y de los que pasaban en tránsito por Cuba.

El nuevo Dorado: las tierras y las aguas

Ambito Financiero – 26/05/2005

Jesús Leguiza

En estos casi 200 años e inicialmente como parte de la las Provincias Unidas del Río de la Plata o la Confederación, la Argentina, ha sabido encontrar por si misma el “Dorado” que tanto estimulada y exitaba la imaginación de los “conquistadores”.  Solo que el oro o la plata, no constituyeron la riqueza más importante. El oro y la plata de ayer y hoy fueron y son las tierras cultivables y el agua dulce disponible. La población mundial, 6.100 millones de habitantes en el 2000, crece a una tasa mayor a la tasa de crecimiento de la producción de alimentos: en 20 años, la producción de cereales deberá aumentar un 40 %, según estimaciones de la FAO; y, más del 15 % de la humanidad sufre problemas de hambre y desnutrición en estos momentos. Aunque la teoría malthusiana haya sido superada por la revolución industrial y los avances de la misma agricultura, hoy debe ser tenida nuevamente en cuenta, aunque obviamente en otro contexto, sin fatalismo ni resignación. Solo para mantener el estado de alerta, en estado presente. Según la psiquiatría, “el que logra controlar el pasado controla el futuro, y quien controla el presente controla el pasado” Parece un juego de palabras pero esconde un incuestionable razonamiento, de ahí la necesidad de concentrar poder y de re-escribir continuamente la historia.

Los artículos que seguirán a este, el primero, se enmarcarán dentro de los principales periodos de la corta vida de Argentina: desde antes de la Revolución de Mayo, pasando por las luchas por la independencia (1810-1820), las autonomías provinciales (1820-1853) y la etapa de la reorganización nacional (1853-1880). La agricultura tuvo un papel preponderante durante la gestión de la generación del ‘80 (1880-1916) y la época de los radicales (1916-1930). Justamente desde los años 30, forma coincidente con la década infame (1930-1946), se inició un largo periodo de declinación; el peronismo (1946-1955) no ayudó mucho, lo mismo que la sucesión de gobiernos civiles y militares (1955-1989). La década del ‘90 (1989-1999), mal que le pese a muchos, volvió a dar aire al sector (tecnología y un aumento fenomenal de la capacidad de producción), aunque tampoco no fue fácil para muchos productores. No obstante, todas estas etapas han tenido un elemento común y positivo para la Argentina: la agricultura y el hombre de campo fueron el motor de crecimiento y desarrollo de la economía a pesar de algunos gobiernos.

De la revolución agrícola, la revolución industrial a la tercera revolución

La humanidad ha vivido dos grandes revoluciones y está transitando por la tercera. El primer gran cambio, que modificó la conducta y la forma de vida de los hombres y mujeres, ha sido la revolución agrícola. Este hecho que se toma como único sucedió, en realidad, en épocas distintas y en distintos lugares. Hace 10.000 años a.c. en Oriente Medio, hace 5.000 años a.c. en Asia Oriental y hace 3.000 años a.c. en América. En ese pasado muy lejano, mientras el hombre recolectaba, cazada y pescaba, la mujer descubrió la germinación de las semillas y la posibilidad de cultivar la tierra. La humanidad dio, entonces, un giro importantísimo, pasó de ser nómade, cazadora y recolectora a sedentaria y agricultora. Nacieron así los hombres rurales y la aldea rural. Europa del Renacimiento vivía muy mal y comía peor, se necesitaban las especias de Asia para mejorar el sabor de las comidas. (primera globalización). Los otomanos cerraron las rutas terrestres hacia el este y se procuraron nuevas rutas por el mar; primero, por el sur de África y luego por el oeste: el descubrimiento de América.

Miles de años pasaron para que, a mediados del siglo XVIII, se produzca otra gran revolución, la revolución industrial. Hace nada más que 250 años, con el descubrimiento de la máquina de vapor, se inició otro largo periodo que permitió el surgimiento de una nueva era caracterizada por la producción en serie. El hombre rural se convierte en habitante de ciudades; de producir para él y su núcleo familiar se transforma en productor de bienes para otros, para el mercado. Surge el trabajo fuera del hogar, nace la fábrica y la especialización; el intercambio comercial es a gran escala y se inicia el uso intenso de los recursos naturales. De aldeanos autosuficientes y artesanos los hombres pasaron a ser trabajadores, asalariados y consumidores. La agricultura pasó a ser abastecedora importante de la industria incipiente; la industria textil, que requería adquirir materias primas de lugares distantes, lejanos (segunda globalización).

Hoy tenemos la oportunidad de vivir la tercera gran revolución, es una nueva era que podría denominarse “tecnológica”, quizás en el futuro reciba otro nombre. El conocimiento, a través las comunicaciones, se disemina a una velocidad increíble. Aunque, todavía existen regiones o territorios que están apenas transitando por la segunda revolución y, más aún, perduran zonas selváticas muy aisladas en donde existen grupos de aborígenes que no conocen siquiera la agricultura, siguen siendo nómades, recolectores y cazadores. El agro, también hoy, tiene un papel preponderante dando albergue a la revolución de la biotecnología, no solo para proveer de alimentos, bio-combustibles, sino también vestimentas con materias primas no convencionales; por ejemplo, la fabricación de tejidos, en la China, con hilos de soja.

Así como el carbón se constituyó en el combustible de la revolución industrial; hoy las comunicaciones constituyen el combustible de la revolución tecnológica. La génesis de la Argentina, y principalmente desde hace casi 200 años, ha sido la provisión de alimentos al mundo en vías de industrialización. La biotecnología será el instrumento para la provisión global de alimentos. Esto es manifiesto, no es un juicio, un deseo o una trasnochada elucubración

Las exportaciones de productos primarios y de productos industriales de base agropecuaria será el futuro: Especialidades (productos alimenticios elaborados u orgánicos) para poblaciones de altos ingresos (EEUU, Unión Europea, Japón) y comodities (granos, harinas y aceites) para poblaciones de bajos ingresos (China, India, Tailandia, Bangladesh etc). Las especialidades y los comodities no son excluyentes, hay lugar para todos, tal como pregona la Constitución de 1853. Lo único excluyente y desintegrador del futuro son las políticas anti-campo, anti-agroindustriales y anti-argentinas.

Infraestructura agropecuaria

Ámbito Financiero, 10/02/06

Jesús Leguiza . “Fundación de Estudios de Desarrollo Económico Regional de Argentina”(FEDERAR)

La Argentina dispone de una superficie continental de 2,7 millones de km2, o sea 270 millones de hectáreas. La producción puede crecer mucho más, dado que alrededor de 180 millones de hectáreas tienen aptitud agropecuaria y forestal. En materia de cereales y oleaginosas se puede superar tranquilamente las 100 millones de toneladas en el corto plazo, en no más de 5 años; y, en materia ganadera, existen disponibles 90 millones de hectáreas con pasturas naturales para albergar a la ganadería y al crecimiento de la misma. En poco tiempo no se puede aumentar el stock ganadero, pero puede mejorar la eficiencia de la cría y producción de terneros con un adecuado manejo: un 20 % más de terneros implica 1,5 millones de toneladas de carne por año. Por otra parte, millones de toneladas de maíz y otros granos se pueden convertir en cientos de miles de toneladas de carne de cerdo y de aves. Los gobiernos deben acompañar este posible crecimiento con obras de infraestructura, es lo único que se necesita y es lo que único que deben hacer para el campo, además de cumplir con las leyes sanitarias. Claro está, por otra parte, que deben sacar los pies de encima de la pampa húmeda, es decir las retenciones a las exportaciones, inventadas de Krieger Vasena en 1967 y aplicadas por varias administraciones débiles de ideas. Existen más de 30 millones de hectáreas aptas con la agricultura moderna, cada vez más tecnificada y eficiente. Otras 15 millones de hectáreas están listas para la forestación; hoy solo existe cerca de 1 millón de bosques implantados sumados a los 36 a 40 millones de bosques nativos. Y, por si fuera poco, todavía quedan unas 6,5 millones de has de tierras buenas sin utilizar.

Áreas de riego

Dentro de estás grandes cifras, existe más de 1,6 millones de has con irrigación, de las cuales se utiliza solo el 50 % y, la mayoría, con sistemas de riego tradicionales; el 70 % corresponde a zonas áridas y el 30 % a zonas húmedas. Similares porcentajes corresponden a la gestión pública y al ámbito privado respectivamente. La producción de frutas y otros productores regionales puede duplicarse. En materia de administración de aguas, se necesita profundizar el trabajo sobre dos ejes principales. En el eje andino se deben recuperar los sistemas de irrigación y usar nuevas tecnologías (riego presurizado, por goteo, etc). El total de hectáreas con riego representa solo el 30 % del área susceptible de ser regada en todo el país. Dentro de esta superficie, existen problemas de salinización en unas 500 mil hectáreas. De los acuíferos se extraen anualmente más de 10 mil millones de m3 de agua por año, el 66 % es usado por la ganadería, el 25 % se usa en la agricultura y el resto se destina al uso industrial y consumo municipal. Uno de los problemas más serios que tiene Argentina es la contaminación de estos acuíferos.

En el oeste cordillerano abundan las obras de infraestructura para el manejo del agua, pero falta agua; y, en el este del país, el litoral, sobra agua pero faltan obras de infraestructura, no solamente para drenar y evitar los males de las inundaciones sino para incorporar más tierras al proceso productivo sin deforestar. En ese eje del litoral, lo más importante, además del drenaje de vastas zonas, es la profundización de los causes, la ampliación y el mantenimiento de la principal vía navegable de Latinoamérica, el Río Paraná; “la Hidrovia Paraná-Paraguay (HPP) conecta a Bolivia y Brasil con el Río de la Plata. La Hidrovía tiene una extensión de más de 3.400 Kms navegables y 250 Kms más hasta el ingreso marítimo, desde Puerto Cáceres (Mato Grosso-Brasil) hasta Nueva Palmira (Uruguay). En la zona norte de esta gran vía de comunicación conformada por el Río Paraguay, el Canal Tamengo, el Río Paraná y sus afluentes, transitan alrededor de 500 embarcaciones al mes, barcazas y remolcadores que se caracterizan por tener gran capacidad para el transporte de carga masiva hasta 18.000 toneladas en un solo convoy (*)”. Aguas abajo, aumentando el calado podrían transitar los Panamax con más carga. Esta es la verdadera “vena abierta de América Latina”, por donde tiene que drenar gran parte de la producción de granos de esos países y convertirse en aceites y otros subproductos en las cercanías de Rosario, ciudad a la que la falta mejorar la circunvalación y el acceso a los puertos. El futuro está en esta región central que ya es el polo de procesamiento de soja más moderno, eficiente e importante del mundo..

Caminos y electrificación rural

Tierra adentro, en el interior de las provincias, falta mejorar los caminos rurales y extender las redes de electrificación rural, entre otras obras de infraestructura. Varias provincias del noreste están haciendo estas obras con apoyo de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, a través del Programa de Servicios Agropecuarios Provinciales (PROSAP); una tremenda línea de financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y del Banco Mundial (BIRF) que se inició en 1997 con 336 millones de dólares, luego en el 2003, el BID amplió en otros 200 millones más y seguramente, en breve plazo, el BIRF no se quedará atrás con otra cifra similar.

A nivel regional los problemas de infraestructura, desde el punto de vista de la producción, son similares aunque difieren en prioridad: caminos rurales, energía rural, riego y drenaje, control de inundaciones,manejo y legislación del uso del agua subterránea, cuidado de los suelos y de los bosque naturales.En materia de infraestructura para el hábitat y la calidad de vida de los pobladores del campo las prioridades son: el acceso al agua potable, viviendas, centros de salud, escuelas y más acceso a la red de internet. Los hogares rurales superan los 2 millones de viviendas, solo un 45 % tenía energía eléctrica a mediados de los 90. En la pampa húmeda las prioridades son los desagües, el control de inundaciones, caminos y electrificación rural. En el NEA las necesidades son más caminos rurales, control de inundaciones y distribución rural de energía eléctrica; en el NOA el tema principal es salvar la obsolescencia de los sistemas de riego y, también, la falta de caminos rurales. En Cuyo, que depende de la sana administración del agua, se deben modernizar y extender los sistemas de riego, controlar el revenimiento y la salinización; y, en la Patagonia, lo mismo, faltan redes de caminos, electrificación rural y riego. Caminos y electrificación rural son el factor común: obras típicamente keynesianas, sencillas, que ocupan mucha mano de obra local y poca inversión.

Existe una red terciaria de más de 550 mil km lineales, de los cuales, el 27 % dispone la provincia de Buenos Aires, el 23 % Santa Fé y el 10 % Córdoba. El 40 % restante está distribuido entre las otras provincias. Los productores, en muchas provincias pagan tasas viales, pero ni siquiera tienen malos caminos. Los vasos capilares de la producción con los mercados son justamente los caminos rurales y la red más importante de drenaje, es justamente la que está a la vera de los caminos. El crecimiento de éstos debe ser exponencial, así como fue el crecimiento de las vías de ferrocarril; en 1865 teníamos solo 700 kms de vías férreas y 30 años después superamos los 30 mil kms. También es necesario integrar importantes ramales para aumentar la carga y el transporte por este medio, sobre todo el Ferrocarril Belgrano para atender la gran zona del chaco-oranense del NOA.

Las redes de electrificación rural satisfacen las necesidades de múltiples actividades productivas: plantas de acopio, frigoríficos, criaderos y sirven para difundir masivamente el boyero eléctrico, sencilla tecnología que permitirá revolucionar la eficiencia de la ganadería. Misiones, Chaco y Entre Ríos optaron seriamente por extender sus redes eléctricas a nivel rural. La electrificación rural permitirá aumentar las áreas irrigadas actualmente con aguas subterráneas a un costo menor porque se dejará de usar gas oil. Además está comprobado que existe una relación inversa entre estas redes (caminos y electricidad) y la pobreza rural. A mayor infraestructura, menor pobreza. Por otra parte, Mendoza, San Juan y Chubut optaron por mejorar sus sistemas de riego. La agricultura argentina va por más y está mirando nuevas tierras. Además, la ganadería de cría, recría y algo de engorde se intensificará también en nuevas tierras.

Los límites del crecimiento

Las producción del país, tanto enmateria de granos como de carnes, no tiene límites, solo los que impone el Estado Nacional con sus políticas retrógradas de retenciones y algunos ideólogos decrépitos y nostálgicos de la sustitución de importaciones. Pero no bastó con eso, ahora el Ministerio de Economía quitó los reintegros a las exportaciones, que no son premios, sino simplemente la devolución de los impuestos indirectos que pagan los productores y las agroindustrias. Desde que se creó el GATT (Acuerdo General de Comercio y Tarifas), ahora OMC, no se deben exportar impuestos. Las retenciones, que no reciben las provincias, obligaron al gobernador bonaerense a proponer el aumento del impuesto inmobiliario rural, pero recibió la protesta de todo el campo; aunque él tenga la fuerza de una ley para aumentar el impuesto inmobiliario, no tiene peso propio para imponerse a fin de que se eliminen las retenciones que son el verdadero problema, el mayor impuesto distorsivo que existe y la causa presente del atraso del desarrollo futuro; es lamentable para todo el campo argentino, y principalmente, para la pampa húmeda. Por lo menos, el 80 % de las retenciones, mientras existan, se deben utilizar a mejorar la infraestructura de puertos, el acceso a los mismos, las rutas y caminos rurales, electrificación, riego y drenaje. El gobierno debe observar con atención los problemas que se manifiestan en el campo y desde el campo, ellos porque ellos esconden grandes oportunidades.

Ganados, carne y política

Ámbito Financiero, 01/02/06

Jesús Leguiza . Fundación Federar

Desde el Gobierno se ha dicho recientemente que “el sector ganadero no invierte desde hace 30 años”.  La Sra. Ministro está en lo cierto, pero cometió una transgresión en el uso del lenguaje: una supresión. No mencionó la causa o las causas del estancamiento sectorial. Una verdad a medias es una mentira completa. La historia remarca, de manera insoslayable, que el estancamiento de la ganadería se debe justamente a las intervenciones arbitrarias y chapuceras del Estado.

La ganadería está ligada a la historia de económica del país, mejor dicho el desarrollo económico de Argentina está ligado a la ganadería. Primero las vaquerías, luego los saladeros, la producción de tasajo, el charque. A fines del siglo XIX, con la aparición de la técnica del frío y del buque francés “L’ Frigorifique”, se realizaron las primeras exportaciones de carnes a Europa. La revolución del alambrado, no fue acompañada con la canción “A desalambrar” del uruguayo Daniel Viglietti.  En sociedad con la incipiente economía industrial inglesa se construyeron los puertos y los ferrocarriles, todo para exportar carnes. Después vinieron los granos.

En los años 30 tuvimos el gran debate de las carnes, el famoso pacto Roca-Ruciman fue para mantener una porción del mercado externo cuando la Corona inglesa dió preferencias de los países del Commonwealth; las acaloradas discusiones de Lisandro de la Torre; la muerte del Senador en el Congreso Nacional, etc.  Se creó la Junta Nacional de Carnes (JNC) y la Corporación Argentina de Productores (CAP). En el primer gobierno de Perón aparecieron, de manera abrupta, las intervenciones directas del Estado con el IAPI. A medida que pasaron los años, el Estado se fue enrollando, cada vez más, en su ambición de “intervenir los mercados” bajo el prurito superficial de que la mano invisible de Adam Smith no puede solucionar las “imperfecciones” del mismo y en la creencia que un grupo de burócratas saben más que millones de consumidores y cientos de miles de productores.

Las intervenciones del Estado, excepto la regulaciones técnicas de tipificación y de promoción de la ex Junta Nacional de Carnes, todas han sido desastrosas: vedas, precios máximos, cuotas, retenciones, registros, etc. Por ejemplo, la veda de los viernes de 1952, la veda de dos días a la semana en 1962; la veda de dos semanas en 1972. También en los años 1968, ‘70 y ‘71 aparecieron las cuotas de faena. De las retenciones ni hablar y los precios máximos, en varias oportunidades, mostraron exceso de voluntarismo y nada de habilidad. Todas estas medidas ocasionaron desabastecimiento, mercado negro, baja de calidad y aumento de precios; y, cuando no, corrupción o mercados cautivos para algunos empresarios de la “industria nacional” como sucedió ahora con los lácteos. ¿Bajaron los precios de los lácteos?.

En la actualidad, con igual grado de precariedad conceptual, aparecieron los kilos mínimos de faena con el resultado igualmente desastroso, de tal forma que hubo que prorrogar y/o modificar varias veces la Resolución Nro. 645/05 de la SAGPyA. Los efectos iniciales fueron contrarios a los pretendidos, subió más el precio del ganado y de la carne. Se frenó la venta de terneros pero aumentó la venta de vaquillonas (futuras madres). No se puede acusar de avaros, especuladores o abusadores a los ganaderos; esto es lo mismo que enojarse con el termómetro cuando uno tiene fiebre. La inflación no podrá ser controlada con la histeria de intervenir el mercado de ganados y carnes, aunque sea con un registro para otorgar permiso a los exportadores. Más permisos más corrupción. La inflación tiene otras causas, las cuales han sido varias veces explicadas en esta misma columna. El ganadero no tiene nada que ver y los acuerdos de precios no pueden garantizar nada, excepto por el congelamiento de salarios que la UIA, seguramente, suscribirá por un lapso de 5 a 10 años para “acompañar” al Gobierno y garantizar la estabilidad monetaria y el bienestar de los consumidores.

Ante estos mensajes intervensionistas, con la habilidad de hacer bien las cosas malas y hacer mal las cosas buenas, el Estado nuevamente se confunde y hace confundir a la máxima autoridad del país, el Presidente. El ganadero argentino, no fija precios, el mercado de Liniers representa solo un pequeño porcentaje del mercado de ganados, el ganadero no pertenece a un sector que concentró riqueza en los ’90, no existe más la oligarquía vacuna y terrateniente, Vélez Sársfield se encargó de ellos. Por el dólar alto los grandes frigoríficos pasaron ahora a manos extranjeras. Lo lamentable es que se pretenda anclar en el inconciente colectivo la idea de lucha entre pares, la sociedad (los consumidores) contra los ganaderos, como si estos no formaran parte de la sociedad ó cómo si éstos no hubieran votado al actual Gobierno. No alcanzaran los piqueteros para abrir las puertas de 200.000 tranqueras distribuidas en todo el territorio, desde la Quiaca hasta las cercanías de Ushuaia. Nadie es más genuino cuidador del territorio nacional que los ganaderos argentinos, pero lamentablemente están dispersos y no tienen a nadie quien los cuide. El abigeato y los robos en los establecimientos rurales son el pan de cada día,pero de los ladrones.

Señores, lo importarte es la promoción estatal y políticas regionales activas para la producción de bovinos y, por ende, de más carne vacuna y exportación de éstas. Es muy sencillo lo que se necesita: a) que el Estado no se meta en los mercados; y, b) que el Estado no cobre impuestos demás: al patrimonio, a los bienes personales, el inmobiliario rural, renta presunta, tasa vial para caminos que no sirven. Cuatro imposiciones gravan el mismo bien. Que actualice el mínimo no imponible de Ganancias. Con 100 mm de lluvia no se puede enviar hacienda a los mercados; esto no es especulación del ganadero, es ineficiencia del sector público para mantener caminos. La mayoría de los municipios transformados en “cuida precios”no hacen su trabajo: cuidar los caminos rurales.

El hecho que el stock ganadero no haya crecido, no quiere decir que no ha habido inversión en el sector; a pesar de la intervención del Estado hubo mucha inversión en la actividad. El rodeo a pesar de ser similar en cantidad es de muchísimo mejor en calidad. Se puede mejorar el porcentaje de preñez, de parición, de destete. Se puede mejorar el manejo del rodeo y las pasturas. La ganadería dió espacio a la agricultura y ocupó nuevas tierras.El negocio de la cría y el engorde es de rentabilidad baja, igual o un poco más que una caja de ahorros o un plazo fijo en una economía sin inflación. Un ganadero mediano, gana menos que un empleado público jerarquizado. La única ventaja que tiene la ganadería, en épocas de inflación, es que el precio se ajusta casi automáticametne, como un valor indexado. Pero aquí el Estado no puede decir mucho, ni criticar, porque él mismo promociona los nuevos bonos en pesos ajustables por CER. Éstos son cuasi los Valores Nacionales Ajustables (VANA) de mediados de los ’70 (con ellos nació la famosa frase “bicicleta financiera”). Lo que se está haciendo es indexar parte de la economía y eso sí es echar leña al fuego, es soplar sobre las brasas de la inflación. Además, del aumento del gasto público y del aumento de la oferta monetaria.

Ha sido oportuno y hasta leal de parte de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) no haber firmado el Acuerdo exigido por el Gobierno, que de por sí es incumplible por parte del mismo Ministerio de Economía y Producción. No podrá garantizar siquiera el primer punto de su compromiso (VI – item “a”): “Contribuir a la estabilidad macrosectorial a los efectos de evitar aumentos significativos en los componentes de costos de las empresas”Uno se pregunta: ¿no habrá aumentos de impuestos, de salarios, de tarifas, de tipo de cambio, de combustibles, etc?. Un poco arriesgado o demasiado improvisado. El ganadero o cualquier otro productor agropecuario, ¿pidió la devaluación, pidió la pesificación, mantiene el tipo de cambio a más de 3 pesos?. No tiene lógica comprar insumos importados a 3 y vender el producto a un dólar de 2,4 pesos; la incongruencia no es suya. Si el Gobierno comprende esta situación, este reclamo, seguro que podrá contar con los ganaderos y demás productores del campo y sus dirigentes. Hace falta un poco de consideración, de respeto y de comunicación más directa.

Del más polìtico de los técnicos al más técnico de los políticos