El reclamo de un Ministerio para el agro

Ambito Financiero, 08/09/05

Jesús Leguiza – Fundación Federar

 Desde hace tiempo, dirigentes y productores del agro reclaman un Ministerio propio para el principal sector productivo de la Argentina, un ministerio que los represente en forma objetiva y directa en el gabinete nacional; no para pedir subsidios o protecciones especiales, simplemente para evitar discriminaciones. El agro también transitó por los años `90 con el tipo de cambio fijo, la desregulación, la apertura comercial; se endeudó y sufrió pero no bajó los brasos ni fugó dinero al exterior. Invirtió en máquinas, equipos, tecnología y duplicó la producción. Sin embargo, no todos los que producen son igualesante la ley;  prejuicos, falsas premisas y las retencionesmarcan la diferencia. 

Un poco de historia. Los dirigentes y estadistas de la generación del ’80 han sido preclaros al crear e impulsar instituciones que hicieron historia. Guillermo Arana ha escrito en 1998, año en que se cumplían los 100 años del Ministerio de Agricultura: … “el primer antecedente del Ministerio fue la creación del Departamento de Nacional de Agricultura en el ámbito del Ministerio del Interior. Sarmiento ha sido el mentor desde el sillón de Rivadavia, allá por 1871. Posteriormente, en la presidencia de Julio A. Roca, se creó el Ministerio de Agricultura y  el primero en ser  designado ministro fue Emilio Frers”

La Constitución de 1853, base de la organización nacional, previó hasta cinco  ministerios. Con las reformas realizadas por la Asamblea Constituyente de 1898, el número de ministerios se elevó a ocho, a saber: Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda, Justicia e Instrucción Pública, Guerra, Marina, Agricultura y Obras Públicas. El Ministerio de Agricultura se organizó con 4 direcciones: Dirección de Agricultura y Ganaderia, la Dirección de Tierras y Colonias, la Dirección de Comercio e Industrias y la Dirección de Inmigración. En la Argentina existió el Ministerio de Agricultura durante más de 70 años.

Otros países. Los principales países del mundo tienen sus propios ministerios del agro, por ejemplo: EEUU cuenta con el Departamento de Agricultura (el rango de Departamento de Estadoes de Ministerio). Lo mismo sucede en Australia y el Reino Unido. En Francia existe el Ministerio de la Agricultura y la Pesca. España tiene el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y en Alemania se denomina Ministerium Ländlicher Raum. También tienen rango de ministerio en Italia, Holanda, Nueva Zelanda. Brasil y Chile, aquí cerca, etc., la lista es extensa. 

El tema importante noesrecrear el Ministerio de Agricultura. Lo sustantivoeslograr tener atención y consideración, voz y voto, en el más alto nivel de decisión, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo. Para ello, la actual Secretaría de Agricultura de la Nación hasta podría subir de rango con solo pasar al ámbito de la Presidencia de la Nación y, también, la mayoría de los  legisladores nacionales deberían defender más al agro, no solo unos pocos participando de las comisionesde agricultura y economías regionales. Imponer impuestos son facultadesdel Congreso Nacional.

 Antagonismos. Estamos llenos de antagonismos: entre el campo y la industria, entre lo nacional y lo extranjero, entre peso y el dólar, entre lo productivo y lo financiero y tantas otras confusiones más que no nos dejan ver ni crecer.  En los últimos 50 años se instaló el mito que la producción primaria se relaciona con el atraso, el subdesarrollo y la dependencia.  EEUU, la primera economía del mundoes, a su vez, la principal productora de bienes agropecuarios del planeta, incluso ayuda a sus productores a través de la Farm Bill con subsidios directos e indirectos. Europa, con la PAC, otorga subsidios a malsalva hasta a los terratenientes, muchos también miembros de la nobleza, quienes reciben millones de Euros.

 En el Norte ayudan y nosotros castigamos aplicando retencionesincluso a los pequeños productoresde 50 hectáreas de soja, maíz o trigo. Y lo más graveesque aplicamos retencionesa las exportacionescon argumentos no válidos comoese de no permitir la apropiación total de la renta de la tierra, desconociéndose el derecho de propiedadestipulado en la Constitución y en el Código Civil; con conclusioneso deduccionesque se basan premisas falsas, comoestas de implantar retencionespara que no suban los precios internos, uno se pregunta: ¿cuánta soja se consume en país?; o, con justificacionesengañosas como aquellas de destinar recursos para afectacionesespecíficas cuando ni siquiera figuran en el presupuesto nacional.

 Argumentacionesde dudosa comprobación, en general juicios no fundamentados, que surgen de áreas no competentes. Con la cuota Hilton interfieren los juecesy con las retencionesinterfieren directamente empresarios privados (solicitada de adhesión del hombre visible de la Serenísima). Sin embargo el precio de la leche y de la carne sigue subiendo y seguirá subiendo. ¿Se aplicarán retencionesa productos que no se exportan?. Mal diagnóstico y peor remedio.

 A los perjudicados, los productores. ¿Quién los defiende?. Podría ser una Secretaría o un Ministerio de Agricultura, Agroindustrias y Alimentos, para evitaresa vieja dicotomía entre el campo y la industria. Antagonismo impulsado por la “industria”, en realidad solo por algunos industrialesque no fueron ni son competividos y que vivieron con las prebendas del Estado, a través del IAPI, de la banca oficial, como el  BANADE, y ahora del tipo de cambio artificialmente alto. La protección y promoción para los no competitivos se denomina “política productiva con tipo de cambio competitivo” y la discriminación para el agro se llama retenciones. En marzo de 1976 las retencionesa la soja superaban el 50 %  del valor FOB, cuando el cultivo todavía era incipiente. ¡Qué visionarios!. 

 No existe el tipo de cambio competitivo, pueden existir regionescompetitivas, actividadescompetitivas, productos competitivos, empresarios competitivos, pero no tipo de cambio competitivo. Esta denominación rebuscada oculta, con picardía, al tipo de cambio artificialmente alto. Para conocer si el pesoestá subvaluado o sobrevaluado con respecto a otra moneda extranjera (p.e. el dólar) no se necesita mucha ciencia, mucho conocimiento o gran sagacidad para la observación de la realidad. Cuando la gente, que habitualmente veranea en la costa argentina, decide veranear en las costas de Brasil, Miami o más lejos, entoncesel pesoestá sobrevaluado. Cuando vemos, como ahora, mochileros europeos, que bajan a Ezeiza y polulan por Buenos Aires, Bariloche y la Quebrada de Humahuca, entoncesel pesoestá subvaluado. Existe la decisión clara de favorecer a unos y dañar a otros. Se vuelve a las antonómias del pasado. Falta un tipo de cambio de equilibrio, falta equilibrio.

  También falta quien defienda al agro argentino. Todavía hoy vemos, elescudo con la leyenda de “Ministerio de Agricultura”, en la entrada del viejo edificio de Av. Paseo Colón al 900 como un callado reclamo de su verdadera identidad.  Es necesario hacer reclamosesta naturaleza, desde la historia, desde la comparación con otros, desde la razón y el entendimiento; también la emoción. Solo falta quien ponga el cuerpo y decida.  Esta es la propuesta.

Ginóbili, retenciones y tipo de cambio

Revista “El Federal” – 11/08/05 y reproducido por Semanario «Tiempo Argentino» – Nro. 12 2005

Jesús Leguiza – Fundación Federa

 Irónica analogía explica en qué consisten las retenciones a las exportaciones del agro y la política de tipo de cambio nominal alto. ¿Subirán las tasas de interés para evitar la inflación?.

 Ginóbili es un gran jugador de básquet, todo el mundo lo sabe. Es un producto de nuestras pampas, nació con condiciones especiales (ventajas comparativas) predestinado para la alta competencia. Para ser jugador tuvo que aprender, mejorar la técnica, entrenar y sacrificarse; tuvo que invertir tiempo y esfuerzo.

 Así triunfó en el mercado interno y se convirtió en un producto de exportación (ventajas competitivas). Primero, fue a Italia y luego EE.UU. Fue campeón olímpico y dos veces campeón con San Antonio Spurs en la NBA, la liga más competitiva del mundo. Tuvo que llegar, ser aceptado, lograr dobles, triples, rebotes y asistencias, para ser reconocido. Su hazaña creció y crece día a día. Así lo demostró participando en el juego de las estrellas, en febrero pasado, y también ahora, en las últimas semanas.

 ¿Qué pasaría si regresa al país para quedarse? Bueno, alguna vez lo hará. Es posible que un experto en economía de un hipotético gobierno logre que se le apliquen “retenciones”, por ejemplo un 20 %. Estas “retenciones”, en la práctica, restarán una parte de la picardía y de las habilidades físicas del famoso jugador. Con ese 20% se crea un Fondo para la Equidad Deportiva (FED), administrado, obviamente, por un fideicomiso, para que otros tengan oportunidad de crecer y triunfar como Ginóbili. La medida es aplaudida por muchos, pero sobre todo por unos diez gorditos petisos ansiosos que están esperando para jugar al básquet.

 ¿Por qué no dar a cada uno de los gorditos una parte proporcional de la destreza de Ginóbili a fin de lograr una mayor competitividad general? Es entonces cuando aparece un burócrata experto en repartir lo que otro burócrata le quitará a Ginóbili con las retenciones. ¿Qué pasará? Es obvio. Ginóbili no podrá jugar jamás como antes y los gorditos nunca llegarán siquiera a jugar en la reserva del Club Unión Industrial, -perdón-, del Club Unión y Progreso de su propio barrio.

 Esto es lo que sucede con las retenciones a las exportaciones del agro y de la agroindustria. Son impuestos arbitrarios y discriminatorios, que amputan parte de las capacidades competitivas del país, de sus regiones y de sus mejores jugadores. El agro es parte de un equipo –la Argentina– que concentró habilidades en los ‘90 pero no puede aprovechar al máximo, tal como Ginóbili disfruta de sus éxitos. En realidad, el problema no son las retenciones; ellas son un efecto, una consecuencia. El problema es el tipo de cambio artificialmente alto, que genera, por un lado, un excedente agrícola aprovechado por el Estado, “una cacería dentro del zoológico” y, por otro, una protección-promoción cambiaria para las actividades no genuinamente competitivas. “Es una verdadera política productiva”, repiten muchos poco precavidos y callan otros pocos, decididamente pillos. En rigor de verdad, son políticas peligrosas, poco confiables, tal como la “ficción del uno a uno”. No se exportan productos, cualquiera sean, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la segunda mitad de los ‘90, generó todo lo contrario; no se importaban espejitos de Taiwán, se importaban salarios de hambre del sudeste asiático.

Inflación provocada y retenciones

Ámbito Financiero, 10/08/2005

Jesús Leguiza
Economista y ex Subsecretario de Agricultura

En el Ministerio de Economía se piensa que las exportaciones son la causa del aumento de precio de la carne, los lácteos y también de otros productos. Sin embargo, las presiones inflacionarias están presentes desde devaluación del 2002.  Ahora, con la política de tipo de cambio alto, se inyecta más presión inflacionaria al sistema económico.

Antes de enero del 2002 era evidente el desajuste del tipo de cambio. Entonces, se decía que la economía argentina tenía salarios muy altos en dólares y que Buenos Aires era una de las ciudades más caras del mundo. La opción era la flexibilización laboral y deflación en el marco de la convertividad ó la devaluación e inflación fuera de ella (el cambio de modelo). Era manifiesto y urgente una alteración en los precios relativos. La misma convertivilidad, por otra parte, era insostenible por los déficts fiscales y la financiación con deuda pública. La Banelco y el Patacón.

En estos tiempos, se escucha con frecuencia la siguiente frase: -“el modelo cambió y ahora estamos a favor de lo productivo”-; aludiendo a lo productivo como algo incompatible con lo financiero. Esta es una creencia que delata un marcado desconocimiento de los conceptos económicos más elementales. Es un slogan o cliché instalado en el inconciente colectivo por la propaganda política para que los culpables fueran, entre otros, los bancos. En realidad estas cuestiones, lo productivo y lo financiero, son dos caras de una misma moneda: la economía real y la economía monetaria. En la jerga cotidiana se interpreta a lo productivo como lo bueno y a lo financiero como lo malo o lo no productivo. Otro de los grandes y falsos dilemas de muchos argentinos; disyuntiva superada en el siglo XVI, desde la época de Martín Lutero.

Precios relativos

En la economía, tanto real como monetaria, existen siete u ocho precios relevantes, los cuales también son indicadores de la marcha o evolución de aquella. El vínculo entre ambas caras es la tasa de interés y constituye el precio del ahorro y de los préstamos.  Los otros precios son:

a) el salario, precio del trabajo;
b) el beneficio, precio de capital físico, las inversiones;
c)  los impuestos, el precio de vivir en sociedad con un estado administrador;
d) las tarifas son el precio de los servicios públicos;
e) el tipo de cambio es el precio de la divisa o moneda extranjera; y,
f) los precios de los bienes y servicios.

Cuando éstos últimos aumentan de manera generalizada y sostenida reciben la denominación de inflación. De eso los argentinos sabemos mucho, como también sabemos que todos estos precios mencionados, a mediano y largo plazo, siempre van de la mano.

Desde enero del 2002, el tipo de cambio creció un 190% y el gobierno insiste en mantener al dólar en los $ 3, lo que equivale a un 200% de crecimiento desde que se abandonó la convertivilidad. La remuneración bruta promedio, o sea los salarios, creció entre esa misma fecha y mayo próximo pasado en un 40%. La inflación interna medida por precios mayoristas ha sido del 133% y los precios al consumidor crecieron en un 61 %, ambos al mes de junio de este año. El crecimiento de los precios mayoristas está a unos 60 puntos por debajo del crecimiento del valor del dólar pero a los salarios están todavía muy atrasados.

El salario no se ajustó por la flexibilización laboral, se ajustó por la brutal devaluación y los aumentos de precios minoristas. Las actividades que exportan se recuperaron rápidamente, porque sus ingresos crecieron en un 190 %, -menos las retenciones en algunos casos – y los salarios que pagaron crecieron solo un 40 %. Con la devaluación y con inflación ocurrida hasta ahora ya se provocó el cambio en los precios relativos; el salario medio ya quedó atrás, pero muy atrás. ¿Para qué más?. ¿Para qué generar más presión inflacionaria, equivalente a casi 60 puntos, que es la diferencia entre el crecimiento del dólar y la inflación interna mayorista acumulada?. El desafío y no menor es: ¿Cómo lograr que los asalariados recuperen los ingresos que le fueron birlados con el “impuesto devaluatorio desmedido”?.

Las retenciones y tipo de cambio

Los acuerdos de precios con empresarios, las retenciones o el control de los salarios no solucionará el problema de los precios internos. Por ejemplo, en la industria láctea existen empresas que abastecen al mercado interno con mayor preponderancia y otras que destinan gran parte de la producción a los atractivos mercados externos. En realidad lo atractivo de comprar en Argentina es el alto valor de dólar. Este es el principal imán que atrae a turistas y a importadores de todas las latitudes. No es un problema de exportadores ventajeros o de sindicalistas que recién se despiertan. El problema actual tiene una doble faceta: por un lado se generó presión interna en los costos, la devaluación induce a aumentos de salarios y tarifas; por otro lado, se genera presión externa en la cantidad de demanda debido al dólar artificialmente alto. Una manera de bajar ambas presiones, tanto interna como externa, es dejar flotar al dólar en el mercado libre. Las empresas que exportan pueden absorber los aumentos de costos sin problemas, tienen márgen y las empresas que no exportan, tienen que trasladar los aumentos de costos a los precios. ¿Se impondrán retenciones a los productos que no se exportan?

Si el valor del dólar actual fuera el doble o el triple, entonces habría más actividades o productos competitivos. ¿Es posible, es razonable?. Es necesario revisar las incongruencias del modelo del dólar alto con retenciones e inflación inducida. Fue válido para un periodo, pero ya no es más. Se está frente a un nuevo capricho, a una nueva convertibilidad de 3 a 1. El BCRA, cuya función especfíca es cuidar el valor de la moneda, programa y provoca la inflación con anticipación de un mes, otra tremenda inconsistencia. En los nuevos presupuestos se programa de inflación anual ??.

Economías Regionales

Ámbito Financiero, 12/07/2005

Jesús Leguiza
Fundación Federar

En Argentina existen distintas regiones que generalmente se denominan economías regionales; la pampa húmeda también es una economía regional, pero no es considerada como tal. Para indagar sobre esta diferenciación es necesario ampliar el concepto de economía regional y sus orígenes.

Se denominan economías regionales a las regiones extrapampeanas. Esta concepción es precaria desde el punto de vista económico y conceptual. Cuando se habla o se escribe de “economías regionales” se está haciendo referencia a economías marginales a la pampa húmeda; por ejemplo: el algodón y las maderas duras del Chaco; la yerba mate y el te de Misiones; el arroz, las mandarinas y naranjas de Corrientes y Entre Ríos; los limones y pomelos de Tucumán y Salta, las peras y manzanas del Alto Valle; y, las lanas de la patagonia, entre otros.

Para indagar con mayor profundidad es importante conocer las distintas corrientes del pensamiento económico moderno en relación al concepto de economía regional. Los primeros estudios de la economía y su relación con el territorio surgen en el siglo IXX; hoy es una especialización académica conocida como economía espacial: regional y urbana.

El padre de la economía espacial, es decir el uso del espacio territorial y la localización de las actividades económicas, ha sido Johan von Thunen, que vivió entre los 1783 y 1850. Este hombre de origen alemán, que era propietario, agrónomo y economista, realizó estudios sobre la influencia de la distancia entre las explotaciones agrícolas y las ciudades; así construyó modelos que definían la mejor localización para determinadas actividades económicas en función del costo de los salarios y, principalmente, de los costos del transporte para el acceso a los mercados.

Otro precursor de la economía regional fue Wilhem Roscher, también alemán que en 1865 decía: “la industrialización de una región tiene como requisitos esenciales la existencia de una agricultura evolucionada, un consumo diversificado, una población capaz de permitir la división del trabajo, oferta de capital y medios de transporte adecuados”.

Albert Schaffle, en un libro publicado en 1873, logró identificar las dos tensiones opuestas que se manifiestan en un territorio, la centralización (aglomeración-simbolizada por la ciudad) y la descentralización (dispersión-simbolizada por lo rural); en términos de la física: fuerzas centrípetas y fuerzas centrífugas. Schaffle identificó, además, que existen actividades industriales de capital intensivo y mano de obra especializada que tienden a la centralización, hacia los centros urbanos. En cambio, otras actividades se localizan en determinadas áreas por influencia de factores diferentes, tal como el abastecimiento abundante de materias primas o la disponibilidad de energía barata. Un claro ejemplo del criterio de localización por los costos de transporte es la industria de la madera. Una planta de celulosa se debe localizar en el centro de abastecimiento de materias primas; sin embargo una fábrica de muebles se debe localizar en un centro de consumo. Para la primera es más barato transportar pasta de papel que rollizos y para la segunda es más barato transportar rollizos que muebles terminados.

Alfred Weber, hermano de Max Weber, determinó que los factores de localización eran también la riqueza disponible (stock de capital físico y financiero acumulado) y la renta (la riqueza creada anualmente, el producto bruto), pero no dejó de reconocer que el transporte y la mano de obra son los factores más importantes, al menos en términos generales. Entre estos se crea un tironeo, una tensión, que determina la localización óptima de cada actividad económica. En los años 30, un sueco llamado Tord Palander, relacionó la producción con el consumo; pero su aporte principal ha sido la encontrar la relación entre el progreso técnico y la localización. La tecnología permite salvar o independizarse de las desventajas naturales.

Por último, otros grandes creadores de la economía regional han sido Lösch y Chistaller con la teoría de los lugares centrales, según la cual los servicios ocupan un lugar determinante para la localización de las actividades económicas.

Volviendo a nuestro país, y sin agotar las recientes contribuciones a la teoría económica regional, la pampa húmeda es una región económica como el NEA, NOA, Cuyo o la Patagonia. ¿Entonces, porqué persiste esa diferenciación o distinción entre la pampa húmeda y el resto de las “economías regionales”?. La respuesta está en los conceptos teóricos de la economía regional aquí vertidos en forma suscinta. Es una región homogénea con importantes riquezas naturales y excelente localización. Existen inmejorables condiciones de producción, buenos suelos, adecuado régimen de lluvias y agricultores capacitados. Dispone de respetables obras de infraestructura y fácil acceso a puertos de suficiente profundidad y, además, cuenta con las denonimadas economías de aglomeración: población capacitada, servicios para el agro y para la industria, etc. Es una región integrada al mundo desde hace más de 120 años. Toda la región y múltiples actividades están vinculadas a los mercados mundiales porque existe demanda de granos, de aceites y otros subproductos. Por ejemplo, el 90 % de complejo sojero, que abarca desde producción primaria, los procesos industriales y los grandes servicios portuarios está localizado en un radio no mayor a los 300 kilómetros de la ciudad de Rosario. Ventajosa condición que no tiene EEUU ni Brasil, los principales proveedores de soja y subproductos del mundo

Las otras regiones, sin embargo, no están integradas al mundo cómo región. Están vinculadas a través de algunas actividades muy competitivas, por ejemplo los limones de Tucumán, los vinos y los olivos de Cuyo. Las actividades económicas de estas regiones contribuyen en la provisión de bienes para los mercados locales o para el mercado nacional. En Argentina falta planificación regional o planeamiento regional, en cada una de las regiones también. La difusión de conceptos técnicos sobre la economía regional tiene el propósito de multiplicar las actividades económicas competitivas para que las distintas regiones se transformen en regiones genuínamente competitivas y, si es posible, para que transciendan el mercado nacional.

Un toque de realidad actual: Políticas de tipo de cambio artificialmente alto generan competividad también artifical y constituyen un engaño a largo plazo. Estas políticas constituyen un subsidio implícito para el turista y el consumidor extranjero. También para las actividades no competitivas que se engañan a si mismas como si este tipo de cambio durará una eternidad. Las actuales son “políticas productivas” engañosas, mejor dicho peligrosas. En realidad no se exportan productos, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la mitad de los ’90, generó todo lo contrario. El chivo expiatorio de la crisis de los últimos años fue la convertivilidad, pero la razón de fondo fue la falta de financiación genuína del gasto público descontrolado.

La verdadera competitividad regional estará dada por las ventajas naturales, las ventajas competitivas de Porter y por el progreso técnico o la incorporación de tecnología, tal como pregonaba Palander. En términos modernos se deben crear clusters, que son espacios donde las actividades económicas se integran y se articulan entre sí de manera vertical y horizontal con proveedores de insumos, servicios y educación; son eslabones aceitados de una cadena productiva que genera ventajas competitivas en relación a las actividades que actúan en forma aislada. Los clusters no nacen de forma espontánea, se deben al planeamiento regional y también a la participación activa y seria del estado, ya sea nacional o provincial.

Del más polìtico de los técnicos al más técnico de los políticos